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El gobierno de Syriza saca dinero de los hospitales para pagar la deuda

Por: Secretariado Internacional LIT-CI

Después del acuerdo ya firmado el 20 de marzo pasado, entre el gobierno de Syriza y la ahora llamada “comisión de Bruselas” (nombre “políticamente correcto” con el que fue rebautizada la vieja troika formada por la Unión Europea [UE], el Banco Central Europeo [BCE] y el FMI), se encuentra en curso una nueva ronda de negociaciones sobre la deuda externa griega. Pero para que se concrete esta nueva “refinanciación” (en realidad, sólo un movimiento contable), el gobierno griego deberá efectivizar los pagos que vencen por intereses.

Para garantizar estos pagos, el gobierno de Syriza ha hecho votar en el Parlamento una durísima  ley de austeridad por la que todos los organismos estatales (desde los municipios hasta los hospitales) están obligados a poner a disposición del gobierno sus reservas de caja.

Esta ley ya ha provocado una rebelión de los municipios en la reunión que mantuvieron con el viceministro de Finanzas (1). Y puede generar una huelga de los trabajadores de los hospitales que, de concretarse, sería la primera contra el gobierno de Alexis Tsipras.

La esperanza se va transformando en pesadilla

De esta forma, la esperanza de cambio que el pueblo griego depositó en el gobierno de Syriza se va transformando rápidamente en la continuación de la pesadilla de empobrecimiento y miseria cada vez mayor que el país vive desde hace muchos años.

El triunfo de Syriza fue un reflejo electoral deformado de la tenaz lucha que los trabajadores y el pueblo vienen dando en todo ese período, jalonada por 35 huelgas generales e incontables movilizaciones. Así, desgastó a los gobiernos de Nueva Democracia y el PASOK que, al servicio de la troika, saquearan y quebraron al país. Llevando a Syriza al gobierno mostraron que querían un profundo cambio de esta situación. Su triunfo, además, generó muchas simpatías y expectativas en los pueblos de todo el mundo.

Pero Syriza fue bajando cada vez más su programa. En años anteriores, hablaba de la necesidad de “derogar el memorando” que ata a Grecia al imperialismo y de impulsar un “resistencia europea masiva”.  Durante la reciente campaña electoral ya bajó su tono pero mantuvo la promesa de “acabar con la austeridad”, aumentar los impuestos a las empresas y los ricos e impulsar un Plan de Reconstrucción Nacional. El mismo día que asumió, redujo sus propuestas de cambio a 11 medidas muy limitadas (que incluían un aumento de salarios de 586 a 751 euros, la paralización de privatizaciones en curso y la revisión de las privatizaciones anteriores), pero que de haberse aplicado hubieran significado un pequeño alivio para el pueblo griego. Después del acuerdo del 20 de marzo (en el que capituló a la troika) incluso estas medidas fueron dejadas de lado (ya ni se habla del aumento de salarios) y, en su reemplazo, saca plata de los hospitales y otros servicios básicos para pagar la deuda externa.

Al mismo tiempo, han comenzado a manifestarse los primeros síntomas de un crisis al interior de Syriza, como la carta del eurodiputado Manolis Glezos (héroe de la resistencia contra la ocupación nazi) que criticó duramente el acuerdo con la troika de marzo pasado.

El gobierno de Syryza prepara otra capitulación en la nueva ronda de negociaciones en curso. Así lo expresa la salida de Yanis Varufakis como jefe del equipo negociador y su reemplazo por Yorgos Juliarakis, a quien se considera “más moderado” y cuya designación fue considerada “muy positiva” por la Comisión Europea.

Un gobierno burgués atípico

Para entender esta política, es necesario partir de algunas definiciones centrales. La primera es el carácter de clase del actual gobierno griego. Un carácter que, de acuerdo al marxismo, no puede ser definido por la ideología o por el origen de clase de sus miembros sino por el carácter de clase del estado que administra y defiende. De acuerdo a este criterio, el de Syriza es, sin dudas, un gobierno burgués sin ninguna intención de cambiar el estado capitalista de Grecia.

Por ese carácter, Alexis Tsipras no tuvo ningún problema en acordar e incorporar al gobierno al partido burgués de derecha ANEL (griegos independientes) o apoyar en el Parlamento la elección de Prokopis Pavlopoulos como presidente del país  (representante de Nueva Democracia, partido burgués de derecha al que Syriza acababa de derrotar en las elecciones). Si bien se trata de un cargo esencialmente protocolar fue una clara señal de que su goibierno no iba a “patear el tablero”.

Se trata de un gobierno burgués “atípico” que denominamos de frente popular.  Es decir, un gobierno en el que el papel principal lo asumen organizaciones obreras o pequeño burguesas de izquierda dirigentes del movimiento de masas, que gobiernan con sectores minoritarios de la burguesía. En realidad, el gobierno Syriza no es ninguna novedad histórica: es la actualización de viejas fórmulas de gobiernos de colaboración de clases, utilizadas muchas veces en el pasado, especialmente en períodos de gran ascenso de masas, para intentar maniobrar en esa situación y derrotar ese ascenso. Sólo que ahora el lugar que antes ocupaban en los gobiernos los partidos socialdemócratas o los viejos partidos comunistas es ocupado por nuevas formaciones como Syriza  (o quienes aspiran a ese papel, como Podemos en España).

Ese carácter atípico hace, por un lado, que las masas vean a ese gobierno como “suyo” y, por lo tanto, sea necesario que hagan su experiencia con él. Por el otro, no es el gobierno que preferirían el imperialismo y la burguesía nacional y tratarán de volver a un gobierno burgués “normal” de sus partidos tradicionales. Pero, en cuanto no lo consiguen, toleran y aprovechan a ese gobierno para que haga el “trabajo sucio”.

Un país semicolonial

La segunda definición es que Grecia es un  país semicolonial. Es decir, es un país con pactos políticos y económicos que lo subordinan al imperialismo, como los expresados en el carácter de su pertenencia a la UE  y a la zona euro (que significó, por ejemplo, la destrucción de su principal industria: los astilleros navales) o a través de la deuda externa y sus consecuencias (los sacrificios para pagarla y la supervisión permanente de su política económica). En su subordinación al imperialismo, la situación de Grecia es similar a la de los países latinoamericanos. Las políticas impuestas a Grecia ya hundieron al país y lo van a seguir hundiendo aún más, tal como lo hicieron en todos los países que se someten al dictado del FMI y los grandes acreedores interrnacionales.

Por eso, la respuesta de la troika, en especial de la cabeza de la UE (el imperialismo alemán), lejos de mostrar “clemencia”, es tan dura y sin ninguna concesión. Por la crisis de la UE, necesitan mostrar derrotado y de rodillas a Grecia y al gobierno de Syriza, para que no haya un “mal ejemplo” de experimentos electorales novedosos, un poco «rebeldes», que pueda extenderse a otros países como Portugal, España e incluso Italia.

El gobierno de Syriza, ante la alternativa de hierro de responder a las aspiraciones del pueblo griego o capitular ante la troika, optó por este último camino de capitulación. Queda demostrado así que todo gobierno que no rompa con la burguesía y el imperialismo acaba siendo (más temprano que tarde) instrumento del capital financiero.

¿Cuál debe ser la política de los revolucionarios ante el gobierno de Syriza?

La LIT-CI apoyó la lucha del  pueblo griego contra los gobiernos del PASOK y Nueva Democracia. Llamamos a votar críticamente a Syriza para acompañar y acelerar la experiencia de los trabajadores y las masas.

Ahora, frente al carácter burgués del gobierno de Syriza, nos ubicamos en una oposición de izquierda y de clase frente a él. Nuestro apoyo y solidaridad con la lucha y las aspiraciones de liberación con los trabajadores y el pueblo griego siguen siendo incondicionales. Esto significa no dar ningún apoyo al gobierno que las está traicionando. Llamamos a no depositar ninguna confianza en ese gobierno y denunciamos cada una de sus capitulaciones.

Al mismo tiempo, le exigimos que aumente de inmediato los sueldos y revoque las privatizaciones, como prometió durante la campaña  electoral. Centralmente, exigimos que rompa con el imperialismo y la burguesía griega como el único camino para sacar a Grecia del desastre. Por eso, alentamos la movilización independiente de los trabajadores y las masas, en el camino que puede comenzar a señalar la huelga de los trabajadores de los hospitales.

Creemos que la tarea inmediata en Grecia es organizar la oposición obrera y popular para enfrentar al gobierno. Es esta la única posibilidad  de construir una alternativa que se dirija hacia un verdadero gobierno de los trabajadores y el pueblo, asentado en sus organizaciones democráticas, que rompa con el capitalismo.

En Europa, afirmamos que la solidaridad con los trabajadores y el pueblo griego debe expresarse esencialmente en movilizaciones que exijan de los gobiernos europeos la condonación de la deuda externa de Grecia.

También exigimos al gobierno alemán que pague los 278.000 millones de euros que corresponden por los préstamos compulsivos que los nazis impusieron a Grecia durante la ocupación del país, en la Segunda Guerra Mundial, y las reparaciones por daños que esa ocupación causó.

La situación de Grecia y de otros países desnuda el verdadero carácter de la UE, al servicio de las potencias imperialistas europeas, especialmente Alemania. Muestra que, sin dejar de pagar la deuda externa y romper con el euro, esos países caerán cada vez más en la pobreza y en la decadencia. Muestra finalmente que la UE debe ser destruida por la lucha de los trabajadores y las masas, y sustituida por una unión de los trabajadores y los pueblos, una Unión Europea de Países Socialistas.