El blog de Roberto Herrera Revista

Retratos: La Revolución de Octubre a través del tiempo (1937)

Placa de propaganda antitrotskista de la KGB.

Este es el cuadro que traza el historiador Jean Jacques Marie, sobre el clima en el que se celebra el 20 aniversario de la Revolución de Octubre:

“Trotski se consagra entonces a la preparación de la conferencia de proclamación de la IV Internacional, en el momento en que, el 7 de noviembre de 1937, Stalin dice a Dimitrov[1]: “Hay que perseguir a los trotskistas, fusilarlos, aniquilarlos, son provocadores mundiales, los peores agentes del fascismo. Es un mensaje que debe difundirse en todos los partidos integrantes de la Komintern y en la NKVD”.

El año 1937 es recordado como parte de los años del “gran terror” [2], de la consolidación a sangre y fuego del fenómeno estalinista, a través de los Juicios de Moscú, de las purgas masivas, la represión, la cárcel y los campos de concentración, todo esto en el nombre del “socialismo en un solo país”.

En el 20 aniversario de la revolución rusa, el fenómeno estalinista está plenamente desarrollado, una nueva capa de burócratas privilegiados se ha hecho con el poder y ha usurpando el nombre del socialismo y la revolución de Octubre, estos burócratas van cimentando poco a poco sus propios privilegios materiales. Esta casta privilegiada construye sus beneficios materiales sobre la represión, la sangre y la mentira.

Stalin, una gris mediocridad, ha sido ungido y divinizado como la personificación del “Padre de los pueblos”, en realidad este personaje gris es  el mejor representante de la psicología, el comportamiento social y los intereses de los burócratas. Este nombre propio José Stalin, es el origen de un concepto político-social central para los marxistas del siglo XX y del siglo XXI el concepto de régimen estalinista, concepto con el que aún podemos analizar regímenes como el chino o el cubano y da claves fundamentales para entender al PSUV venezolano.

El estudio de estos años y en concreto del año 37, con el nivel de represión que se alcanza, la fuerza de las calumnias y la corrupción del marxismo que implicó el fenomeno estalinista es clave para entender porque los troskistas llamamos “contrarrevolución” al fenomeno estalinista y porque sostenemos que solo un ignorante o un falsificador interesado puede sostener que existe algún tipo de continuidad entre el leninismo y el estalinismo. No existe ni siquiera continuidad biológica.

Así tambien el estudio de estos años nos permite entender la importancia fundamental de la actividad histórica, teórica y política de León Trotsky para garatizar la continuidad del marxismo hasta nuestros días, en un periodo histórico que muy expresivamente se ha llamado “la medianoche del siglo”.

El esfuerzo intelectual de Leon Trotsky se concentra en este año en comprender y diseñar una politica revolucionaria para cinco fenómenos: 1) La degeneración estalinista de la Union Soviética; 2) la guerra imperialista y de saqueo de Japón contra China; 3) el estrangulamiento de la revolución española a manos de los republicanos burgueses, los estalinistas, los socialdemocratas, los anarquistas y finalmente del POUM; 4) el retroceso ideologico de los intelectuales marxistas, que empezaban a renegar del marxismo como teoría y finalmente 5) La crisis de dirección revolucionario del proletariado y como se pueden dar los pasos para solucionarla, lo que llevaría a la fundación de la Cuarta Internacional.

Reproducimos para el conocimiento del lector, el articulo de León Trotsky, “El vigesimoprimer aniversario”, escrito el 14 de noviembre de 1938 para el Biulleten Opozitsi, Nº 73.

Allí Trotsky reflexiona sobre el legado de la Revolución de Octubre 20 años después, dice en un fragmento del texto:  “La burocracia soviética paga la calumnia con su apoyo, su publicidad y a menudo con oro contante y sonante. En consecuencia, resulta que Trotsky, Kamenev, Zinoviev, Rikov, Bujarin, Radek, Piatakov, Sokolnikov, Serebriakov, Smirnov -todos ellos camaradas de armas de Lenin-; Tuja­chevski, Iegorov, Bluecher, Muralov, Iakir, Mrajkovski, Uborevich, Gamarnik -todos ellos héroes de la guerra civil- son traidores; y los fieles defensores de la Revolución de Octubre resultan ser el fiscal de Moscú, Vishinski, y el abogado mexicano Toledano.

En vísperas del vigesimoprimer aniversario la política interior y exterior soviética y la política de la Comintern revelaron toda su podredumbre y falsedad. Para apoyar dentro del país el inestable régimen de la dictadura burocrática ha sido necesaria la total exter­minación del Partido Bolchevique y la deificación absolutamente vergonzosa del líder. En lo que hace a la política exterior, después de una serie de capitula­ciones humillantes y sin sentido, la URSS está más aislada que nunca. Finalmente, la política internacional de los frentes populares llevó a la ruina a la revolución española y a Francia a las puertas del fascismo. Ante el proletariado mundial la Comintern entró en una miserable, despreciable bancarrota

Fuente: https://www.marxists.org/espanol/trotsky/ceip/escritos/libro6/T10V127.htm

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El vigesimoprimer aniversario. Por León Trotsky.

14 de noviembre de 1938

La Revolución de Febrero la hicieron los obreros y los soldados, es decir los campesinos que estaban en el ejército. Los obreros de San Petersburgo asestaron al zarismo el golpe mortal. Pero ellos no sabían todavía que el golpe había sido mortal. A menudo sucede que los oprimidos no pueden gozar del fruto de su triunfo porque no se dan cuenta de su importancia. El poder que las masas insurrectas no fueron capaces de tomar cayó en manos de una coalición de liberales, menche­viques y «socialrevolucionarios», es decir de la burguesía y de la pequeña burguesía.[3][2]

Stalin escribió y dijo, «hay que apoyar al gobierno provisional porque…» Lenin llegó del extranjero y declaró, «el menor apoyo al gobierno provisional es una traición».[4][3] Stalin dijo en la conferencia bolchevi­que de marzo, «tenemos que unirnos al partido de Seretelli (los mencheviques)».[5][4] Lenin declaró, «Cual­quier idea de unidad con los defensistas mencheviques es una traición».[6][5]

La verdadera política bolchevique comenzó con la llegada de Lenin (4 de abril de 1917), con su oposición irreconciliable al «frente popular» de febrero. El objetivo de esta oposición era unificar a todos los oprimidos y explotados contra la burguesía imperialista «democrática» apoyada por los mencheviques y los «socialrevolucionarios» (social-patriotas). Lenín quería la unidad de las masas revolucionarias basada en la lucha de clases, no la unidad de los charlatanes «socialistas» con los capitalistas liberales para engañar a las masas. Cualquiera que no entendiese la diferencia entre estas dos formas de «unidad» tenía que ser barrido del movimiento obrero.

En los meses críticos de la revolución los partidos del «frente popular», los liberales, los mencheviques y los «socialrevolucionarios», cercados por las masas revolucionarias, no encontraron otra forma de defen­derse que la calumnia más vil contra los bolcheviques. Caían como llovidas del cielo las acusaciones de que los bolcheviques estaban ligados al Estado Mayor alemán, a las Centurias Negras[7][6] o a los pogromistas (los fascistas de ese entonces). La actual ralea del Kremlin y sus agentes internacionales no invento nada; no hicieron más que desarrollar hasta niveles gigantes­cos las bajas calumnias de Miliukov, Kerenski y Seretelli.

La Revolución de Octubre fue el triunfo de los bol­cheviques, el partido de los obreros y los campesinos pobres, sobre el «frente popular», los partidos de la burguesía liberal, los mencheviques y los «socialrevolucionarios», que estaban indisolublemente liga­dos al imperialismo «democrático» de la Entente.

Ahora cualquier filisteo que se considera «amigo de la URSS» califica de «contrarrevolucionaria» a la coalición de febrero de 1917. Pero los cadetes,[8][7] men­cheviques y «socialrevolucionarios» sólo eran contra­rrevolucionarios comparados con los bolcheviques, es decir con la revolución socialista, no comparados con el fascismo de entonces, con la monarquía o con la dictadura de los generales. Si se traducen los conceptos políticos de la época al lenguaje contemporáneo hay que decir que Lombardo Toledano es cuanto mucho una caricatura de Kerenski, y que Laborde está mucho más lejos del marxismo de lo que lo estaban los men­cheviques en la Revolución de Febrero.

Los Kerenski de todo el mundo fueron enemigos irreconciliables de la Revolución de Octubre. Los obreros revolucionarios de todo el mundo fueron sus amigos. Todavía no existían los amigos mercenarios. Era imposible hacer carrera en base a la amistad con la URSS. Sólo se podía viajar a la URSS ilegalmente. Muchos de los que lo intentaron fueron muertos por el tiro de un guardia fronterizo o ahogados en el mar cuando intentaban cruzarlo por la noche en un bote. ¡Eran verdaderos amigos!

Para que Lombardo Toledano y sus pares se trans­formaran en «amigos» a sueldo de la URSS fue nece­sario que la burocracia soviética oprimiera a las masas y se apoderara del poder y del control de todas las riquezas del país; fue necesario, en otras palabras, que la revolución proletaria fuera sustituida por la reacción termidoriana.[9][8] En Francia los trepadores termidorianos que se enriquecieron con la revolución odiaban a los honestos jacobinos. Y la actual burocracia y sus amigos extranjeros odian a los verdaderos revo­lucionarios proletarios. Para justificar su odio a las masas estos oportunistas se ven obligados a calumniar a los que permanecen fieles al programa de la Revolu­ción de Octubre. La burocracia soviética paga la calumnia con su apoyo, su publicidad y a menudo con oro contante y sonante. En consecuencia, resulta que Trotsky, Kamenev, Zinoviev, Rikov, Bujarin, Radek, Piatakov, Sokolnikov, Serebriakov, Smirnov -todos ellos camaradas de armas de Lenin-; Tuja­chevski, Iegorov, Bluecher, Muralov, Iakir, Mrajkovski, Uborevich, Gamarnik -todos ellos héroes de la guerra civil- son traidores[10][9]; y los fieles defensores de la Revolución de Octubre resultan ser el fiscal de Moscú, Vishinski, y el abogado mexicano Toledano.

En vísperas del vigesimoprimer aniversario la política interior y exterior soviética y la política de la Comintern revelaron toda su podredumbre y falsedad. Para apoyar dentro del país el inestable régimen de la dictadura burocrática ha sido necesaria la total exter­minación del Partido Bolchevique y la deificación absolutamente vergonzosa del líder. En lo que hace a la política exterior, después de una serie de capitula­ciones humillantes y sin sentido, la URSS está más aislada que nunca. Finalmente, la política internacional de los frentes populares llevó a la ruina a la revolución española y a Francia a las puertas del fascismo[11][10]. Ante el proletariado mundial la Comintern entró en una miserable, despreciable bancarrota.

Como era de esperar, Moscú está intentando un nuevo giro. En la grandiosa, aunque totalmente forzada, manifestación del 7 de noviembre en la Plaza Roja, los periodistas y diplomáticos extranjeros se sorprendieron cuando oyeron clamores, olvidados hace mucho, en favor de la revolución mundial. Stalin quiere aterrorizar con gritos a sus enemigos. Después que le falló la astucia, trata de ganar a los imperia­listas por el miedo. ¡Miserable intento de un desgra­ciado intrigante! Para una política revolucionaria hacen falta partidos revolucionarios. No los hay. No fue fácil transformar a las jóvenes secciones de la Comintern, a través de la presión burocrática, el engaño, la violencia, el robo y el asesinato en repelentes camarillas de trepadores consumados. Pero lo lograron plena­mente. En quince años se puede transformar una organización revolucionaria en un montón de basura. Y no es posible transformar esa pila de basura en oro revolucionario con la sola fuerza de las buenas inten­ciones. Después del «tercer periodo» de grandes gestos ultraizquierdistas,[12][11] nos encontramos con el espectáculo del «cuarto periodo», de humillación vergonzosa ante el imperialismo «democrático». El intento de inventar ahora un quinto periodo -de tardíos gestos y mentiras revolucionarias- terminará en un fiasco aun más cruel. El terrible dictador comen­zará pronto a lucir como un espantapájaros de trastienda.

En el futuro de la burocracia soviética y de la Comintern  no se vislumbra ni una salida, ni un rayo de es­peranza. Los obreros avanzados tienen que ponerles fin. Sólo una insurrección del proletariado soviético contra la vil tiranía de los nuevos parásitos podrá salvar lo que aún queda de las conquistas de Octubre. Sólo la revolución proletaria en los países capitalistas avanzados podrá ayudar a los obreros rusos a construir una verdadera sociedad socialista sobre los cimientos puestos por Octubre. Sólo en este sentido defendemos la Revolución de Octubre del imperialismo, fascista o democrático, de la burocracia de Stalin y de sus mercenarios «amigos».

[1] Georgi Dimitrov (1882-1949). Dirigente del PC Búlgaro que emigró a Alemania, donde fue uno de los acusados en el fraudulento juicio por el «incendio del Reichstag» organizado por los nazis en 1933. Fue absuelto y se trasladó ala URSS, donde obtuvo la ciuda­danía soviética y ocupó el puesto de Secretario Ejecutivo de la Comintern entre los años 1934 y 1943. Después de la Segunda Guerra Mundial fue pre­mier de Bulgaria (1946-1949).

[2] “Entre 1937 y 1953 la represión era mortífera. En su periodo más cruel, 1937-1938, fueron condenadas más de un millón trescientas mil personas de las que casi 700.000 fueron fusiladas. En 1951 fueron condenados casi 55.000, y en 1952, 29.000…” (Pepe Gutiérrez Álvarez, Los muertos de Stalin, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=68973).

[3][2] En el gobierno provisional implantado por la Revolución de Febrero participó el Partido Demócrata Constitucional, liberal-burgués. También participaron los mencheviques, partido socialista moderado que sostenía que la clase obrera debía unirse con la burguesía liberal para derrocar al zarismo e implantar una república democrática. Los mencheviques surgieron de una ruptura que se dio en 1903 en el Partido Obrero Socialdemó­crata Ruso y permanecieron en la Segunda Internacional. El Partido Social Revolucionario se fundó en 1900 en Rusia y emergió en 1901-1902 como la expresión política de las primeras corrientes populistas; fue el que más influencia tuvo sobre el campesinado hasta la Revolución de 1917.

[4][3] Recién llegado de su exilio en Rusia, Lenin apareció el último día de la Conferencia de Marzo de los bolcheviques. Presentó sus Tesis del 4 de abril de 1917, «Sobre las tareas del proletariado en la revolución social», que precipitó una crisis en el Partido bolchevique. Condenó al gobierno provi­sional, llamó a acabar con la guerra y definió la tarea de los bolcheviques como la preparación de los soviets para tomar todo el poder y establecer un estado obrero. Al comienzo casi toda la dirección bolchevique se opuso a la posición de Lenín de reorientarse hacia el abandono del apoyo al gobierno provisional burgués y a la perspectiva de reorientar la lucha del proletariado y del campesinado pobre para la lucha por el poder.

[5][4] lrakli Seretelli (1882-1959): dirigente menchevique que apoyé la guerra y ocupó cargos ministeriales entre marzo y agosto de 1917.

[6][5] Defensistas: término aplicado a los que después de 1917 apoyaron la política del gobierno provisional de defensa nacional, o continuación de la guerra. Lenin propuso una política de derrotismo revolucionario hacia la que seguía siendo una guerra imperialista librada por el gobierno provisional burgués

[7][6] Los Demócratas Constitucionales rusos, o cadetes, eran el partido liberal que apoyaba la implantación en Rusia de una monarquía constitucional, e incluso en última instancia de una república. Era un partido de terratenientes progresivos, burgueses medios e intelectuales burgueses.

[8][7] Centurias Negras: nombre popular de la Asociación del Pueblo Ruso y la Asociación para Combatir la Revolución. Eran bandas de matones reaccionarios y «patriotas» que actuaron incluso durante la Guerra civil en Rusia. se organizaron con el apoyo clandestino del gobierno zarista; se especializaron en la realización de pogromos antisemitas y en aterrorizar a los radicales.

[9][8] Jacobinos fueron la fracción política más radical de la Gran Revolución Francesa. Dominaron la política francesa desde el derrocamiento de la Gironda en 1971 hasta el Termidor de 1974, cuando fueron derrotados por el ala reaccionarla de la Revolución, que sin embargo no llegó a restaurar el régi­men feudal. Trotsky utilizaba el término «termidor» como una analogía histórica para designar la toma del poder por la burocracia stalinista conservadora dentro de los marcos de las relaciones de la propiedad nacionalizada.

[10][9] Gregori Zínoviev (1883-1936) y León-Kamenev (1883-1936) iniciaron con Stalin la cruzada contra el trotskismo en 1923, pero formaron un bloque con la Oposición de Izquierda desde 1926 hasta que se los expulsó del partido en 1927. Capitularon, fueron readmitidos y se los expulsó nuevamente en 1932. Se arrepintieron otra vez pero cayeron víctimas de la primera gran farsa judicial de Moscú y los ejecutaron. Zinoviev fue el primer presidente de la Comintern, desde 1919 a 1926. Alexei Rikov (1881-1938) sucedió a Lenin como presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo. Dirigió la Oposición de Derecha del partido junto con Nikolai Bujarin (1888-1938). Cuando ésta fue expulsada en 1929 ambos capitularon, pero se los acusó en el tercer juicio de Moscú (marzo de 1938) y los ejecutaron. Bujarin sucedió a Zinoviev como jefe de la Comintern (1926-1929). Karl Radek (1885-1939), Georgi Piatakov (1890-1937) y Leonid Serebriakov (1890-1937) fueron dirigentes destacados del Partido Bolchevique. Todos ellos capitularon rápidamente después de ser expulsados en 1927 por pertenecer a la Oposición de Izquier­da. Se les dieron cargos en el partido y en el gobierno pero cayeron víctimas del segundo juicio de Moscú. Grigori Sokolnikov (1888-1939): ocupó cargos militares y diplomáticos después de la Revolución. En 1925 apoyó durante un breve periodo a la oposición zinovievista en lo referente al régimen partidario. Por eso cayó víctima del segundo juicio de Moscú. Ivan N. Smirnov (1881-1936): jugó un rol dirigente en la Guerra Civil. Fue expulsado del partido en 1927 por apoyar a la Oposición de Izquierda, pero capituló en 1929 y lo read­mitieron. Fue arrestado en 1933 y ejercitado después del primer juicio de Moscú. Entre los generales del Ejército Rojo acusados de traición y ejecutados en mayo de 1937 estaban Mijail Tujachevski (1893-1937), Nikolai Muralov (1877-1937), Iona Iakir (1896-1937) e I.P. Uborevich. Ian Gamarnik (1894-1937) se suicidó cuando esperaba que lo arrestaran. En la purga al Ejército Rojo también murieron S.D. Mrajkovski (1883-1936), Alexander Iegorov (1886-1941), V.K. Bluecher (1889-1935).

[11][10] En junio y junio de 1936 asoló Francia una ola masiva de huelgas, muchas de ellas de brazos caídos, que involucro a siete millones de obreros. En 1935 el Partido Comunista Francés participó en la formación de la coalición del Frente Popular junto con el burgués Partido Radical y el Partido Socialista, El Frente Popular siguió la política de impedir las luchas obreras de masas.

[12][11] El «tercer periodo», de acuerdo al esquema proclamado por los stalinistas en 1928, era el periodo final del capitalismo, el de su inminente derrota y sustitución por los soviets. Partiendo de esto, la táctica de la Comintern durante los seis anos siguientes estuvo signada por el ultraizquierdismo y el sectarismo, incluyendo el rechazo a participar en los sindicatos de masas de los pulsas capitalistas para construir en su lugar sindicatos «rojos» más pequeños y la negativa a formar frentes únicos con otras organizaciones de la clase obrera. Los stalinistas abandonaron esta política en 1931 y al año siguiente adoptaron la del frente popular.