Aunque la crisis desatada por la pandemia del COVID-19 ha tenido un efecto brutal para la clase trabajadora, los efectos no han sido los mismos para mujeres trabajadoras que para hombres. Como en todas las crisis, somos las mujeres las que llevamos la peor parte.
En este artículo queremos hacer una breve reseña de los principales hechos de este 2020 en relación a los derechos de las mujeres.
EMPLEO: las mujeres tienen menos opciones laborales, pero más trabajo.
Antes de la pandemia, el acceso al mercado laboral ya era un desafío especialmente para las mujeres. Esta situación se profundizó con la crisis sanitaria, donde no solo fuimos las más afectadas por el desempleo (donde la tasa de desempleo entre las mujeres alcanzó el 29% en el III trimestre) sino también por medidas como la reducción de jornada o suspensión de contratos , y aún más en labores poco remuneradas y con poca o nula protección laboral donde la población es mayoritariamente femenina, como las trabajadoras domésticas o cocineras.
Esto se combinó con una mayor recarga de trabajo en los hogares, dificultando aún más el acceso de las mujeres al mercado laboral. Las medidas de distanciamiento social, el cierre de los centros educativos y los servicios de salud sobrecargados han implicado una mayor carga sobre las mujeres para cubrir las necesidades domésticas y el cuidado de otras personas.
VIOLENCIA: la otra pandemia
Los datos de violencia contra las mujeres ya eran aterradores antes de la pandemia, pero el peligro ha aumentado aún más para todas aquellas mujeres que quedarán confinadas y acompañadas de sus agresores. Al 26 de octubre de este año, los datos oficiales registraban 11 femicidios, pero el número podría ser mucho mayor, ya que la clasificación de una muerte violenta como femicidio puede tomar incluso más de un año.
Mientras la violencia y el peligro aumenta, se mantiene un fuerte cuestionamiento al abordaje que se da ante la desaparición y de mujeres, no solo por el terrible desenlace de femicidios como el de Luany, donde fue su familia la que halló sus restos, sino también ante las declaraciones de Walter Espinoza, Director del OIJ, quien ha hecho alusiones estigmatizantes sobre víctimas de femicidio, reforzando la naturalización de la violencia. Por eso ha sido aún más indignante que al cierre de este año, el mismo OIJ premiara el caso del femicidio de Allison Bonilla como la mejor investigación del 2020, en un claro acto de provocación al movimiento de mujeres que exige la renuncia de su director.
DERECHOS SEXUALES Y REPRODUCTIVOS: la salud y la vida de las mujeres son puestas en espera
Uno de los temas más debatidos en los últimos años ha sido la firma de la Norma Técnica para el procedimiento médico del Aborto Impune. Fue después de mucha presión del movimiento de mujeres que finalmente el presidente Carlos Alvarado firmó el decreto de la norma técnica, luego de haber dicho en reiteradas ocasiones dijera que esta no era una de sus prioridades. Pero aunque el decreto de la norma fue firmado a finales del año anterior, era necesario un protocolo que debía presentarse en un plazo de 6 meses para poder ejecutar su contenido. Sin embargo, no fue sino hasta casi un año después que este fue aprobado.
Estos retrasos, que son recurrentes en materia de derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, son el reflejo de una violencia institucionalizada que evidencia la poca importancia que se le da a nuestra salud y nuestras vidas, especialmente en periodos como este donde la pandemia ha sido utilizada como justificación para poner en pausa nuestros derechos.
Renuncia de la Ministra de la condición de la Mujer: una salida tardía
A inicios de este mes, Patricia Mora anunció su renuncia a sus puestos de Ministra de la Condición de la Mujer y Presidenta Ejecutiva del Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU). Según el comunicado, su renuncia se debe a que mientras se encontraban en las mesas de diálogo el gobierno habría acordado iniciar negociaciones con el FMI y esto sería para ella “ un acto simbólico que da cuenta de la impertinente y vergonzosa intromisión de los grupos empresariales en el ámbito soberano del Poder Ejecutivo ».
Sin embargo, la intromisión de grupos empresariales no es nada nuevo. La misma Patricia Mora conformó junto a Epsy Campbell, un grupo de mujeres, en su mayoría provenientes del sector empresarial, para asesorar al Gobierno en acciones para mitigar los efectos económicos y sociales causados por la pandemia.
Desde el PT hemos dicho que esta renuncia viene tarde, y las razones que presentan más bien un cálculo político electoral que esconden un apoyo vergonzante a la política represiva del gobierno PAC.
El año cierra con un movimiento de mujeres en expansión
A pesar de la crudeza con la que se han descargado los efectos de la crisis económica y sanitaria sobre las mujeres, el movimiento ha sido un example en las acciones de resistencia y denuncia, being de los primeros sectores que salieron a la calle este año, aun desafiando el temor a la pandemia.
Esta organización se ha extendido a lo largo del territorio nacional e incorporando a una generación de mujeres jóvenes que inclusive han obligado a las instituciones a actuar, como ocurrió recientemente la denuncia de un chat de telegram donde se compartían fotos de contenido sexual de mujeres.
El próximo año nos encontrará con nuevos retos, donde continuaremos enfrentando las consecuencias de las políticas que este año profundizaron la opresión sobre las mujeres. Por eso tendremos que seguir fortaleciendo las acciones y la organización, donde el resto de movimientos políticos, sindicatos y grupos organizados deben asumir también su responsabilidad e incorporar en sus agendas las demandas de las mujeres para fortalecer la lucha.