(Foto: Andrea Mora. En Delfino.cr )
25N: Por un Estado de la clase trabajadora que asegure independencia económica y seguridad para mujeres e identidades oprimidas
Cada año, el 25 de noviembre, se conmemora el Día Internacional Contra la Violencia hacia las mujeres y salimos a las calles a protestar en contra de la violencia machista. Reivindicamos el carácter de lucha de esta fecha, desde la comprensión de que es solamente de esta forma como los grupos sociales oprimidos han logrado avances en sus derechos. Lamentablemente, estos avances están siempre bajo amenaza dentro de este sistema capitalista y cuando la lucha no se sostiene, se retrocede.
Este año en particular, nos solidarizamos con las mujeres de Palestina y Líbano, así como de todo el pueblo que viene resistiendo a la política genocida sionista respaldada por el imperialismo. También, lamentamos la opresión de las mujeres afganas, bajo el gobierno talibán, de las iraníes y sirias, de las estadounidenses que después de las elecciones seguirán sufriendo de opresión, ahora bajo las formas misóginas y racistas de D Trump, y de las hermanas latinoamericanas, bajo presidentes misóginos como Milei, dictadores como Bukele, Maduro y Ortega, entre muchos otros. Estamos presenciando la barbarie capitalista, por lo que la lista es enorme.
El gobierno de Rodrigo Chaves desde que llegó al poder ha venido atacando con saña a las mujeres de clase trabajadora desde sus discursos misóginos y con tonos autoritarios de macho, su desprecio por las víctimas de femicidios cuando son de sectores populares y sus políticas económicas de recorte a todos los servicios sociales, necesarios para la atención de la violencia machista.
En Costa Rica, estamos en uno de los años más mortales para las mujeres, con 21 femicidios declarados como tales por el Estado y 41 asesinatos más de mujeres por clasificar. En escenarios cuya crueldad, brutalidad y deshumanización de las mujeres se he intensificado.
Pero la violencia contra las mujeres va más allá de su expresión más extrema que es el femicidio, sino que es parte de la vida diaria de la mayoría de mujeres e infancias en Costa Rica. Con 136 solicitudes de medidas de protección por violencia machista diarias y 62 000 al año, 8600 casos de violencia intrafamiliar, solo en el 2022 hubo 1675 denuncias por violación y 4 292 denuncias por abusos sexuales contra menores de edad y otras condiciones vulnerables. El hospital de San Carlos denunció este noviembre, que en solamente 3 meses, hubo 110 casos atendidos en el hospital de abuso sexual. Es evidente que la agresión impera en nuestra sociedad.
Ante esta verdadera plaga de violencia machista, la respuesta estatal es lamentable, con un gobierno que más bien se ha dedicado sistemáticamente a debilitar todos los servicios públicos relacionados con esto como por ejemplo el Sistema de Educación Pública o de Salud, que juegan un rol clave en la detección de casos, o instituciones como el INAMU, directamente a cargo de la atención a la violencia machista, este gobierno al igual que los anteriores coloca los pagos de la deuda pública y los perdones fiscales del gran empresariado por sobre la vida de las mujeres . El gobierno más bien ha tenido una actitud violenta contra las mujeres de los sectores populares, con actos de violencia misógina y racista por parte de la policía y represión contra las mujeres que se organizan para luchar como en la lucha por la situación del agua en los barrios del Sur de San José, o las recuperadoras de territorios indígenas.
Y a este lamentable panorama queremos agregar la violencia contra las mujeres en sus lugares de trabajo, ya que de las denuncias que recibe el Ministerio de Trabajo, la mayoría tiene relación con el género. Esta violencia en el trabajo abarca chistes humillantes, comentarios machistas, misóginos, transfóbicos, lesbofóbicos, sobrecarga de ciertas tareas, gritos, acoso y abuso sexual y como lamentablemente quedó grabado en el caso de la tienda SYR, todavía en funcionamiento como un odioso mensaje de desprecio hacia la clase trabajadora, hasta brutales golpes. Sabemos de obreras agrícolas sin acceso a servicios sanitarios, abusadas sexualmente bajo amenaza de deportación. También de lesiones recurrentes sin atender en las fábricas y de gritos a las trabajadoras de la limpieza tercerizadas. Todo esto sumado a la violencia compartida con sus hermanos de clase que también son explotados, pero que en el caso de las mujeres es aún peor ya que son menos pagados los trabajos mayoritariamente hechos por mujeres.
Para luchar contra este tipo de violencia en particular en los centros de trabajo, se necesitan sindicatos que puedan defender a las personas trabajadoras, pero en el sector privado de este país, donde trabaja la mayoría de la clase obrera, ese derecho se irrespeta. Denunciamos a la patronal por su política de amenazas y despidos (como el más recientemente ocurrido en Selime (https://semanariouniversidad.com/universitarias/sindicato-del-sector-privado-denuncia-despido-de-dirigente-de-trabajadoras-subcontratadas-en-ucr/ ) para intentar amedrentar a quienes se organizan y hacemos un llamado a luchar por el derecho a la libre sindicalización en todos los centros de trabajo. Por sindicatos luchadores e independientes de la patronal que asuman las necesidades de las mujeres de los centros de trabajo y el combate a la violencia machista en todas sus formas. Y además de esta organización sindical, por luchas económicas, debemos organizarnos políticamente, para avanzar hacia el gobierno de la clase trabajadora, para desde ahí transformar la sociedad de raíz.
Para contrarrestar la ofensiva machista, desde el Partido de la Clase Trabajadora levantamos la necesidad de organizar la lucha por destruir el Estado actual para construir uno nuevo, que tenga al frente a la clase trabajadora, un nuevo estado que transforme la manera en que se produce y se organiza la sociedad para lograr la liberación de las mujeres, y desde ahí se puedan construir instituciones fiscalizadas por las comunidades, que garantice servicios de atención de emergencia, albergues para las mujeres y otras víctimas de violencia y las personas que tienen al cuidado, licencias por violencia en los trabajos, campañas políticas y educativas contra la ideología machista, bonos de vivienda, servicios de cuido para todas las edades. Es necesario el acceso al empleo y salario para amas de casa para que las mujeres tengan la independencia económica y no se vean obligadas a quedarse en relaciones violentas. Para lograr financiar esta política se necesitaría dejar de pagar la deuda, que consume cada vez más del presupuesto nacional y cobrar impuestos progresivos y expropiar a las grandes empresas evasoras, lo cual no sucederá en gobiernos capitalistas propatronales, plegados al imperialismo.
Por eso este 25 N marchamos haciendo un llamado a seguir construyendo nuestro PT como un proyecto político que nos ayude a organizar nuestra lucha para combatir al machismo, la opresión y la explotación y levantando la voz:
¡Por un Estado de la clase trabajadora que garantice la independencia económica y la seguridad de las mujeres e identidades oprimidas!
¡No más violencia contra las mujeres! ¡Ni Una Menos! ¡Vivas y libres nos queremos!
¡Por las mujeres y el pueblo palestino, Cese a la ocupación sionista-imperialista!
¡Por libertad sindical las empresas privadas para luchar contra la violencia machista en el trabajo!