El 29 de noviembre es el aniversario de la muerte de Alejandra Calderón Fournier, una de las fundadoras del trotskismo en Costa Rica. Alejandra falleció en 1979, tras luchar por su vida durante tres días, luego de ser atropellada por un autobús el 26 de noviembre a las 9:15 a. m.
En un texto luctuoso publicado en 1979 en la revista Correspondencia Internacional (órgano de la Cuarta Internacional-Comité Internacional), se le rinde el siguiente homenaje:
“La camarada Alejandra Calderón rompió desde sus años más juveniles con la clase social donde nació. Dedicó toda su vida y esfuerzo a la causa revolucionaria: internacionalista consecuente, luchadora incansable al lado de los oprimidos, con entrega total y vida proletaria. Trabajó con tenacidad por el desarrollo de la Revolución Socialista Mundial y la construcción de la OST como dirección revolucionaria en Costa Rica. La muerte de la camarada Alejandra Calderón, principal constructora de la OST y educadora de cuadros, es un duro golpe para la clase trabajadora en la tarea que ella comenzó: construir un partido revolucionario que respondiera a las aspiraciones de los oprimidos, capaz de dirigir la revolución socialista”. Como es sabido, Alejandra Calderón fue hija del caudillo socialcristiano Rafael Ángel Calderón Guardia y hermana del expresidente Rafael Ángel Calderón Fournier, un referente actual del socialcristianismo.
Alejandra, como muchos jóvenes de clase alta de su época, se radicalizó durante sus estudios universitarios, en su caso en Europa, siguiendo la tradición de las familias adineradas.
Hoy reivindicamos la figura de Alejandra Calderón como una de las fundadoras del trotskismo en nuestro país. Es un ejemplo importante de cómo los y las jóvenes de clase alta no están necesariamente destinados a continuar con los negocios de su familia. Pueden, como ella, traicionar a su clase y unirse a la lucha por la emancipación del proletariado.
Alejandra también fue parte del Movimiento de Liberación de la Mujer, uno de los primeros intentos por desarrollar una teoría y estrategia marxista para la emancipación de las mujeres. Desde allí, promovió un programa de acción y consignas que, lamentablemente, han caído en el olvido (como la demanda de pensión para mujeres a los 50 años).
Además, estuvo involucrada en la primera experiencia de una candidatura obrera a la presidencia en 1978. Alejandra fue candidata a la vicepresidencia en este proyecto político, siendo una de las pocas figuras femeninas en el ámbito electoral de la izquierda, junto con Luisa González, dentro de la tradición del PVP.
Como parte de este homenaje, publicamos un texto facilitado por el historiador Marcos Mondragón. Es un polémico intercambio entre Alejandra Calderón y Enrique Benavides, excomunista y luego columnista de La Nación S.A. (un caso típico de renegado). En este texto, Alejandra expone, para el público de la época, la vigencia del pensamiento trotskista.
Sea este, pues, un homenaje a la vigencia de su legado.
Página 7.
LA NACIÓN, domingo 7 de octubre de 1979.
Foro de La Nación.
¿Se puede hablar de trotskismo?
Alejandra Calderón, F.
Presidenta de la Organización Socialista de los Trabajadores.
Lic. Enrique Benavides: Hace algunas semanas tuve oportunidad de tomar posición a partir de referencias que Ud. hacia el trotskismo en su columna, en el contexto de la huelga de Limón.
En la columna del 19 de septiembre, Ud. muestra decepción, porque mi respuesta a tales referencias se centró exclusivamente sobre la lucha de los trabajadores limonenses.
Le ofrezco disculpas. Mi partido, la Organización Socialista de los Trabajadores es una organización al servicio de las masas trabajadoras y oprimidas de Costa Rica. Por eso tengo la costumbre de referirme a los problemas centrales de la clase trabajadora, a los ataques concretos de la clase patronal contra las luchas populares.
Pero no necesito romper con mi costumbre, para expresar mis posiciones acerca del pensamiento y, la práctica revolucionaria de Trotsky, pues el pensamiento político que representa Trotsky tiene vida e imperiosa actualidad: la actualidad misma de la revolución proletaria en nuestros días.
Si hay un personaje histórico cuya figura se funde con la Revolución Proletaria en el siglo XX, este es precisamente León Trotsky.
En 1905, «primer ensayo» de la revolución rusa, Trotsky es elegido presidente del Soviet de Petrogrado, centro de las actividades revolucionarias de las masas. Desde el inicio, Trotsky asimilo profundamente el carácter proletario de la revolución. Sus escritos en estos tiempos cristalizaron con precisión el curso ascendente inevitable que toman los movimientos revolucionarios: Hacia el poder obrero y su extensión internacional.
El proletariado ruso logra derri-bar al régimen zarista en febrero 1917, en medio de la Primera Guerra Mundial y continúa su movimiento hacia la destrucción del estado burgués mismo. Bajo las banderas del Partido Bolchevique de Lenin, alcanza efectivamente el poder en octubre. Trotsky, de nuevo presidente del Soviet de Petrogrado, dirigió personalmente la insurrección. Más tarde Trotsky seria fundador y comandante del Ejército Rojo.
Después de la muerte de Lenin, surge una capa privilegiada y parasitaria: la burocracia estalinista, que usurpó el poder político de la clase obrera en la URSS. Esta casta emergió como resultado fundamentalmente del aislamiento del primer Estado Obrero y del agotamiento de las masas después de la guerra civil. Los intereses de esta casta son contrarios a los de la clase obrera mundial. Trotsky, fiel a la política de Lenin, se pone en el campo de la defensa del Estado Obrero Ruso y de la revolución mundial, formando una oposición dentro del Partido Comunista Ruso, dirigido ya por Stalin y su aparato burocrático. La lucha contra la degeneración estalinista que desfigura y debilita al Estado Obrero desde entonces es un contenido esencial del combate de Trotsky.
Pero no se trata aquí simplemente del entrelazamiento material de la vida de Trotsky con el movimiento revolucionario del siglo XX. Se trata de la correspondencia de la vida y la acción de Trotsky y del trotskismo con los intereses históricos del proletariado. En los momentos decisivos, el trotskismo es el único movimiento que tiene la política que proclama abiertamente el carácter proletario de la revolución hoy en día, tanto en los países imperialistas, como en los paises capitalistas dependientes. Nicaragua muestra hoy claramente la actualidad de la revolución proletaria. La revolución nicaragüense está en curso. Con su heroica lucha las masas nicaragüenses han derribado a una de las dictaduras más sangrientas de Latinoamérica. El movimiento de masas en Nicaragua pone a la orden del día el problema del poder proletario. Todas las aspiraciones que inspiraron la lucha de las masas oprimidas nicaragüenses, solo podrán verse concretadas únicamente cuando el proletariado en alianza con el campesinado pobre tengan efectivamente el poder en sus manos.
El estalinismo, por el contrario, no solo antes, sino después de la calda de Somoza ha intentado ligar al movimiento de las masas con la burguesía «opositora» nicaragüense. Opuso el movimiento propio e independiente de las masas a la integración de un frente de colaboración de clase como lo ejemplifica la ligazón del MPU con el FAO, en el Frente Patriótico Nacional.
Con respecto a su profunda inquietud sobre «si se puede hablar de trotskismo hoy», la respuesta, según se desprende de lo que he dicho, es: no y sí. No porque el trotskismo no representa nada más que la continuidad y la fidelidad a las concepciones políticas de Marx y Lenin, usurpadas y traicionadas por el estalinismo. Si, porque en esta época, solo nuestra corriente defiende los principios políticos postulados por los revolucionarios.
Su simpatía explícitamente, declarada hacia Trotsky, Sr. Benavides, me parece sospechosa. Con ella, usted recurre a un procedimiento ya demasiado conocido aplicado por muchos intelectuales reaccionarios. Este procedimiento tiene como común denominador, el de presentar a Lenin y a Trotsky como fundadores (aunque fuera inconscientemente) del estalinismo. Tratan de establecer una amalgama de Lenin y Trotsky con los crímenes y traiciones del estalinismo con los procesos de Moscú y el archipiélago Gulag. Cuando ya han reducido a Trotsky a una pobre persona, una víctima de sus propias creaciones: (como usted dice) «en vista de la política de persecución implacable que el paraíso proletario que Trotsky ayudó a construir, ejerce contra los hebreos», no les cuesta nada convertirse en los hombres nobles que donan lágrimas al pobre perseguido. Esta «simpatía» tiene dos falacias conscientes y bien interesadas. Primero, presentar la horrenda caricatura estalinista como si fuera el verdadero rostro de la revolución. Segundo, hacerse pasar por defensor del perseguido frente a la repugnante figura de Stalin.
En sus tiempos los políticos burgueses no fueron tan escrupulosos. Apoyaron por ejemplo, abiertamente los procesos de Moscú, en los cuales Stalin y su casta parasitaria ejecutaron a los viejos dirigentes bolcheviques de la revolución rusa, culminando con el asesinato del propio Trotsky.
Soy consciente que esta respuesta queda en un margen muy limitado. Sin embargo, existen nuevas ocasiones de debate sobre los temas planteados por usted. En el mes de octubre y noviembre se celebra el Centenario de Trotsky. Es un acontecimiento que interesa a las organizaciones obreras y democráticas, así como a los historiadores honestos. Si realmente está interesado en discutir en torno a la obra de quien Ud. llama «gran revolucionario, no tendrá inconveniente en debatir con mi partido frente al público, en una mesa redonda con ocasión del Centenario de Trotsky. Puede considerar esta carta como una invitación en este sentido.