El estado actual del contagio de la enfermedad Covid-19, donde ligeramente los casos activos se van reduciendo, ha generado en la población cierta relajación. La esperanza de que esto termine ya, cada vez es mayor. Si le combinamos que el gobierno ya ha avanzado con su plan de vacunación, muchas personas están dejando de lado el estado de alerta y comenzando a retomar su vida.
Compartimos el deseo de querer que esto se acabe pronto y regresar a los días de antes, sin alcohol en gel, sin mascarilla y sin miedo. Entendemos la necesidad de los hogares de la clase trabajadora de que sus hijos regresen al colegio, sin duda la educación presencial es mejor y sin duda el tema del cuido es complicado. Sin embargo, debemos ser objetivos, la pandemia está lejos de haber terminado.
Por lo que se sabe y aún con muchas cosas por saber, se comprende que las personas que se enferman del virus no generan una inmunidad a largo plazo. Las personas que enfermaron pueden volver a enfermar. Así que, aunque haya una reducción de los casos activos y un aumento de los recuperados, nada garantiza que no vengan nuevas olas y picos en la curva de enfermos. Por todo esto es difícil alcanzar una inmunidad de rebaño.
Gobierno triunfalista ante el gran impacto de la pandemia
A pesar de la campaña para conmemorar el primer año del primer caso reportado en Costa Rica, que exalta al Ministerio de Salud y retrata al costarricense como aguerrido y respetuoso de las medidas de higiene; es difícil borrar las más de 2800 muertes registradas. Esta enfermedad realmente ha conmocionado al país, dejando heridas que demorarán en sanar. El crecimiento descontrolado de los casos del virus, fueron propiciados por las medidas de apertura del gobierno meses atrás. Si el gobierno hubiera orientado las medidas a proteger a las personas, en vez de proteger a las empresas, la cantidad de enfermos y muertos no sería tan alta.
Por otro lado, aunque se acabe la pandemia eso no terminará con la miseria. El impacto económico de la misma se sentirá por años. Además, este gobierno ha creado y sigue alimentando con sus políticas de recorte y endeudamiento, una verdadera pandemia de desempleo, precarización y pobreza. Es contradictorio el triunfalismo del gobierno ante el manejo de la pandemia y las medidas como el regreso a clases, las aperturas, el retiro de restricciones y la entrada al país del turismo extranjero; que amenazan con repuntar los casos.
Un regreso atropellado a clases
El regreso a clases presenta las condiciones para un rápido avance del virus. Los niños y adolescentes tienen menos probabilidades de sufrir complicaciones en la enfermedad, pero mayores probabilidades de enfermar y trasmitir el virus en sus casas. Por otro lado, los docentes sufren más riesgo, aún más si hablamos de las personas con factores de salud previos.
El ejemplo en otros países es categórico, Gran Bretaña, Portugal, Italia, por contar algunos países, han tenido que dar marcha atrás al regreso a clases, tras la aparición de sepas más contagiosas y una circulación mayor del virus. En países latinoamericanos como Argentina y Brasil, ha sido la misma historia.
No se puede hablar de un regreso seguro sin vacunación generalizada y una mejora en la infraestructura de los colegios y escuelas. El retorno a clases se está dando sin las condiciones necesarias, lo que representa una amenaza a que aumenten los casos rápidamente.
La realidad de las vacunas
A pesar de que ya se inició la vacunación, esta va lenta y aún no reciben sus primeras dosis los docentes ni funcionarios de centros de cuido ni de atención integral. En su discurso del 5 de marzo el gobierno señalaba que apenas 193 000 vacunas habían sido aplicadas. Estas personas están a la espera de ver qué pasa primero, si se enferman y si los vacunan.
Por otro lado, necesitamos avanzar con la exigencia de vacunación para todos, ya que un importante sector de la población quedará sin vacuna. Una vez más el gobierno fue triunfalista a la hora de alardear las dosis de vacunas que negoció con distintas empresas. Sin embargo, la llegada de estas al país ha sido más que pausada.
Un recordatorio de cómo funciona el capitalismo, los bienes más preciados que podemos producir, no están al alcance de quienes los necesitan. Si bien en nuestro país la entrada ha sido lenta, es preciso recordar que en otros países probablemente ni estén entrando. Mientras unos no tienen acceso a la medicina, los países imperialistas tienen un insumo garantizado.
Una salida socialista y revolucionaria para salir de la crisis
Desde el PT reiteramos nuestra posición de ¡Vacunación para todos! Esta es la mejor apuesta para detener el avance de la pandemia. Que se detenga el regreso a clases presenciales hasta que todos los docentes estén vacunados y se garanticen las condiciones necesarias.
Es necesario garantizar empleo para la población, defendemos la necesidad de un plan de obra pública. No sólo para dar trabajo, sino también para mejorar la infraestructura en salud y educación.
Para financiar estas necesidades, es necesario suspender los pagos de la deuda y realizar una auditoría de la misma. El estado debe garantizar vida digna para toda la población, para que puedan cuidar de su salud sin quedar sin ingresos.