El año anterior la Alianza Campesina lideró un proceso de lucha que movilizó a más de 600 familias de la zona norte, quienes exigieron tierra para trabajar y vivir. Este movimiento se convirtió en uno de los referentes nacionales en la lucha contra el gobierno de Rodrigo Chaves y tuvo a muchas mujeres del campo como dirigentes.
Pero ante esta lucha, la política del gobierno fue ignorar las exigencias del movimiento y luego reprimirlo; prueba de ello fueron los desalojos a La Guaria y Monteverde.
Las mujeres campesinas llevan la peor parte
En el campo cientos de mujeres cultivan la tierra, en la alianza campesina las mejores dirigentes son mujeres, pero esto no oculta la dura realidad que viven. En primer lugar, son golpeadas por la pobreza y el desempleo, que conlleva a enorme dependencia económica de sus parejas, así como situaciones de machismo y violencia que las aqueja día con día.
Muchas de ellas no pueden acceder a títulos de propiedad: esto es muy importante porque no pueden decidir ni tener posesión sobre lo que ellas mismas cultivan. Los principales responsables de la situación son tanto los terratenientes que las reprimen y criminalizan constantemente, como el gobierno capitalista y opresor de Rodrigo Chaves, que fomenta la desigualdad y dificulta las condiciones de acceso y trabajo de la tierra.
Las lecciones de la lucha
Como conclusiones, extraemos que no debemos tener ninguna confianza en el gobierno ni en las instituciones como el INDER.
También, ante los desalojos y agresión policial, hay que responder con métodos de lucha como ocupaciones de tierra, los cierres de vías y preparar la defensa de la tierra ante los desalojos.
Para llevar a cabo esta tarea debemos colocar como eje central el rol protagónico de las mujeres y la defensa de sus derechos.