La vertiginosa propagación del coronavirus COVID−19 en el mundo ha provocado una enorme crisis humanitaria que afecta a la mayoría de países del mundo, con efectos desgarradores en países como Estados Unidos, Francia, Italia y España, y con un panorama muy complicado de afectación global en los próximos meses.
Esa situación ha provocado que muchos países ya se hayan sumergido en una crisis económica muy profunda, con la pérdida de millones de empleos y una severa caída en ramas de la industria concretas que podrían desencadenar en una recesión mundial sin precedentes en estos meses.
La crisis que vive el planeta ha puesto sobre la mesa de necesidad de que la humanidad enfrente de forma contundente la crisis, no solo para evitar que mueran millones de personas, si no para que el desempleo y la miseria generalizada no afecte amplias masas de la clase trabajadora.
Desgraciadamente si de algo tenemos claridad es que el sistema capitalista no es solidario, ya que está basado en la apropiación privada de las ganancias que se producen por toda la sociedad. En momentos como el que vive la humanidad actualmente, el capitalismo busca conservar las grandes riquezas de los empresarios, descargando los efectos de la crisis a la clase trabajadora, por eso si se hace un repaso del panorama mundial, la política de los gobiernos ha sido básicamente la generación de planes de emergencia para dotar de más recursos a las empresas y la flexibilización de los derechos laborales para permitir despidos, rebajos de salarios y jornadas, pero además la implementación de medidas de cuarentena y “quedarse en casa” para solo un sector de la población.
En Cosa Rica, sectores de los pequeños comercios, cadenas de comidas, tiendas, taxistas, construcción, trabajadores agrícolas de exportación y sobre todo el turismo ha sido duramente golpeado. Ya unas 200 mil personas se quedaron sin trabajo en esos sectores; mientras todos los días cientos de empresas realizan gestiones en el Ministerio de Trabajo para rebajar jornadas y salarios. Al mismo tiempo, otros miles están descontando vacaciones obligatorias sin saber qué pasará en los próximos días. Las proyecciones del gobierno señalan que la afectación podría llegar hasta a 500 mil trabajadores.
¡Por una cuarentena que proteja la vida de la clase trabajadora sobre las ganancias de los ricos!
Después de poco más de 30 días desde la detección del primer contagio de COVID−19 en Costa Rica y superados los 400 contagios, se coloca la necesidad de que el país decrete una cuarentena generalizada que permita realmente el combate de la propagación del virus.
Desgraciadamente, el nuevo coronavirus que enfrenta la humanidad tiene una amplia capacidad de propagación, por lo que es cuestión de tiempo para que en nuestro país ese virus llegue a una comunidad pobre o a un centro industrial donde haga estragos.
La realidad arroja que el gobierno está por continuar las medidas mínimas para evitar contagios, ya que los empresarios prefieren tener sus negocios a toda máquina para evitar que se generen más perdidas de ganancias en estas semanas.
Todas las medidas están dirigidas a que la producción no pare, mientras las vidas de las personas trabajadoras se exponen todos los días. La vida de las personas está por encima de las ganancias de los capitalistas y por eso es urgente que se detenga todo.
Solo deberían quedarse trabajando los sectores indispensables para garantizar la atención de la emergencia y la distribución de alimentos y transporte básico, pero esas personas deben tener no solo una protección máxima si no también un reconocimiento a nivel de seguros de vida que les permita saber que si pasa una desgracia las personas que dependen de su trabajo no quedarían desamparadas.
Cuarentena con salario completo y estabilidad laboral
Antes de esta crisis de salud, uno de los temas principales para la clase trabajadora era el problema de los salarios insuficientes y el gran desempleo que afectaba a una gran parte de la población. Esta situación no cambia con la situación actual si no que más bien se profundiza.
Nadie puede vivir con medio salario o menos, ni la comida ni los alquileres bajan de precio. Mientras que las medidas que se toman de dejar para después algunos préstamos y servicios públicos no serían más que medidas para sumergirnos en la miseria una vez termine la crisis.
A pocas semanas del llamado del gobierno a “quedarse en casa”, miles ya están viviendo con la mitad de los ingresos o menos, mientras el caos para llegar a “fin de mes” le quita el sueño a la mayoría que no podrá hacer frente a las obligaciones más básicas.
Por otro lado, al contrario de permitir despidos y rebajos de jornadas, la lógica para evitar la miseria generalizada debe ser que cada quien conserve el trabajo que tiene hoy, y por eso la prohibición de los despidos debe ser la medida que se tome para evitar una catástrofe mayor.
¿Quién debería pagar por esos salarios de la cuarentena?
Sin duda la cuarentena general es urgente para enfrentar la crisis de salud pública, pero esa media no debe ser costeada por las personas trabajadoras ni por el Estado. La mayoría de los salarios deberían salir principalmente de las cuentas de los grandes empresarios, considerando que han acumulado ganancias suficientes para poder soportar los salarios de los trabajadores durante el tiempo que dure la crisis.
Si bien es indudable que en estas semanas podrían tener una baja en ventas, lo cierto es que por años los capitalistas han generado riquezas suficientes, acumuladas en cuentas bancarias en el extranjero, propiedades, y acciones de todo tipo. Es con esos recursos que se debe enfrentar la crisis.
Aunque la realidad arroja todo lo contario, y como se describió anteriormente todas las medias están enfocadas en que los más ricos salgan lo más ilesos posible de la crisis. La clase trabajadora debe enfrentar esos planes y esa lógica, haciendo a los ricos pagar con los dineros generados por la explotación del trabajo de quienes hoy están hundiéndose en la misera.
El Estado sí debería pagar susidios para todas las personas desempleadas y pequeños propietarios que irían a la quiebra indiscutiblemente, subsidios que deban servir para poder entregar no solo a las personas que trabajan en esos establecimientos sino a la persona propietaria que necesita poder costear sus propios gastos. Esa medida debe abarcar también a las personas que trabajan por cuenta propia, ya sea en el sector formal o informal.
Los recursos para financiar esos subsidios deben salir del presupuesto de Estado que hoy se destina para favorecer las cuentas de unos pocos rentistas de la deuda pública.
Dejar de pagar la deuda pública para para sostener a quienes no tienen ingresos
Los números son claros y contundentes: más de un 38% del dinero que dispone el Estado se destina a pagar la deuda, y esa lógica no ha cambiado a pesar de la crisis que vive el país.
Desde hace años el Partido de los Trabajadores ha venido señalando la urgencia de suspender los pagos de esa deuda que en el fondo es una estafa que debemos pagar principalmente desde los impuestos que pagamos la clase trabajadora.
Ahora más que nunca se coloca la urgencia de dejar de pagar esa deuda para destinar los fondos a fortalecer la seguridad social, pero además para garantizar que no falte comida para los cientos de miles que hoy están en riesgo de pasar hambre o ya están pasando.
Pero dejar de pagar la deuda no es dejarla para después como vienen planteando sectores de derecha o el mismo Frente Amplio, si no dejar de pagarla del todo y concentrar el máximo de recursos para combatir el nuevo Coronavirus que nos aqueja y la miseria económica que trae consigo.
Enfrentar las medidas que solo favorecen a los ricos y exigir que la crisis la paguen ellos
Mientras que los ricos están recibiendo todo el apoyo por parte del Gobierno, con el perdón de impuestos, cuotas a la CCSS, reacomodo de préstamos, ofrecimiento de préstamos y la aprobación de leyes para flexibilizar el trabajo, así como el rebajo en los salarios de quienes trabajan para el Estado; la clase trabajadora recibe todo lo contrario. Quizás la peor medida es la de permitir los despidos masivos, pero combinada con la posibilidad de perder hasta el 75% de los ingresos de un día para otro.
Esas medidas debemos de enfrentarlas a cómo sea posible, al igual que la lucha por una cuarentena general que resguarde la vida de quienes debemos salir a trabajar todos los días.
Para hacer eso desde el Partido de los Trabajadores creemos que la única manera de conseguirlo es mediante una gran huelga general de todos los que estamos obligados a trabajar, para que se imponga nuestro programa de la clase trabajadora y no el de los ricos.
Si ya nos obligan a ir a trabajar todos los días, tenemos la posibilidad de construir asambleas en cada centro de trabajo para poder decidir sobre cuál debe ser el programa que se aplique en esta situación. Pero debe ser un programa que rompa con esa unidad nacional falsa, donde nos invitan a “remar juntos” mientras nos dejan hundirnos a nosotros cuando las ganancias y las riquezas de los poderosos están en riesgo.