La lucha en Nicaragua entra en un momento decisivo. El gobierno está en una ofensiva por desmontar los tranques en todos los departamentos, para lo cual recurre al uso de centenas de efectivos armados de la policía y grupos paramilitares.
La lucha heroica y espontánea del pueblo se enfrenta a la encrucijada de vencer un aparato militar y despiadado que no le importa continuar el baño de sangre desatado hasta hoy. Se estima que entre elementos de la policía, del ejército y de grupos paramilitares el gobierno tiene a su disposición cerca de 30 mil efectivos armados y dispuestos a defender a muerte al tirano; del otro lado un pueblo desarmado que defiende con su vida el derecho a luchar contra la tiranía.
Aunque no se diga así hay dos visiones de cómo enfrentar la lucha. Por un lado la de la Alianza en el diálogo, la Iglesia y algunos sectores políticos que hablan de pacificar el país sobre la base del diálogo, de la confianza en los organismos internacionales y de una lucha cívica sin armas y sin violencia. Por el otro, el ejemplo de ciudades heroicas como Masaya o León, donde el pueblo ha venido resistiendo armándose con todo lo que tiene a mano para hacer frente a la violencia del gobierno.
Nosotros opinamos que en este momento se requieren muchas Masayas en todo el país, que todos los barrios se vuelvan trincheras como Monimbó y que se imponga de una vez el paro nacional indefinido en todo el país. Creemos que es un error el llamado que hacen la Iglesia y la Alianza a desmontar los tranques, mucho peor su afirmación que debe cesar la violencia venga de donde venga cuando en realidad la violencia represiva la ejerce solo el gobierno contra el pueblo.
El camino lo marcan ciudades como Masaya y para recorrerlo se necesita sumar a los trabajadores de las fábricas y las plantaciones para paralizar el país y acabar con la dictadura. Cada barrio y cada trinchera necesita discutir la necesidad de defenderse de la represión con todo a su alcance gobierno (morteros, caramelos e incluso balas si las hay) y la solidaridad internacional debe apoyar para que esto ocurra. También en las fábricas, especialmente en las zonas francas donde se pagan salarios de hambre, es indispensable que los obreros puedan sumarse de manera indefinida a la lucha para acabar no solo con la tiranía Ortega-Murillo, sino también con lo explotación que viven, luchando por reivindicaciones propias como mejores salarios.
Por la vía del dialogo el gobierno no se va a ir, tampoco la presión de los organismos internacionales ni la presencia de los obispos va a detener la cacería desatada por el régimen.
Si el pueblo no prepara su autodefensa el saldo de vidas tristemente será mucho mayor que el de las 285 muertes registradas hasta hoy; cuando hablamos de autodefensa no nos referimos a grupos guerrilleros aislados como los que ya existieron en el pasado o que incluso actúan ahora en algunas regiones, sino a la necesidad de hacer frente de manera organizada y discutida en cada pueblo, como en los hechos ya lo vienen haciendo barrios como Monimbó.
En este momento se requiere multiplicar las trincheras y apertrecharlas para resistir. Ortega no solo quiere seguir en el poder, sino acabar con cualquier tipo de oposición y por eso su feroz embestida contra los tranques y todos aquellos que han estado al frente de la lucha, de ahí la importancia de continuar la resistencia y garantizar la preservación de la vida de todos los luchadores.
La presencia de organismos como la CIDH, la OEA la ONU no garantiza el cese la represión, más bien puede servir para que el gobierno desvíe la atención o concentre la represión en algunas zonas sin intervención de esos órganos. También debemos decir que esas instancias responden a los intereses del imperialismo gringo y no a las necesidades del pueblo nicaragüense, su política en última instancia es lo que mande la Embajada de Estados Unidos y el gobierno de Trump, a quien no le preocupan las vidas sino los negocios de sus empresas. Por eso es que dichos organismos hablan de elecciones sin discutir la salida inmediata de Ortega del poder que es el principal reclamo del pueblo en estos más de dos meses de lucha; quieren una “estabilidad” para hacer negocios como la tenían hace solo uno meses con Ortega y en la cual la justicia y los derechos del pueblo nicaragüense son accesorios.
La única garantía para el triunfo en este momento es el pueblo movilizado, defendiendo sus trincheras y levantando muchos Monimbós en toda Nicaragua .