Socialismo Hoy - Periódico Oficial del Partido de la Clase Trabajadora
Socialismo Hoy - Periódico Oficial del Partido de la Clase Trabajadora

Definiendo clase social de las mujeres*

Mural de Isabel Alonso, España

Por Diana

Hoy en día, el término clase social no sólo no es muy popular, sino que a veces es casi como un tabú, un concepto a evitar. Se nos ha intentado convencer (en contra de toda evidencia científica) de que todas las personas somos “iguales” en este sistema, todas tenemos oportunidades y si nos esforzamos mucho, lograremos salir de las situaciones en que estamos y llegaremos a vivir “bien”. En el caso del debate político sobre problemáticas de las mujeres*, existen corrientes de pensamiento que proponen pensar a todas las mujeres* como un grupo homogéneo, con intereses compartidos. Aunque, cuando se hila más fino, en la mayoría de las ocasiones vemos cómo los intereses que predominan en estos discursos son los de las mujeres* burguesas o más privilegiadas, minimizando las necesidades de las más explotadas y oprimidas, que quedan sistemáticamente excluidas de la agenda política dominante, haciendo entonces imposible lograr la liberación de la mayoría de las mujeres.

A qué nos referimos por clase trabajadora

Lo primero que se necesita aclarar es a qué nos referimos por clase social y por clase trabajadora. Como en otros blogs se desarrollará esto sin diferenciar por género (¿Quién es la clase obrera en Costa Rica?), aquí me voy a centrar en las mujeres*. Una mujer* de clase trabajadora es aquella que depende de su trabajo para sobrevivir, que no posee medios de producción (tierra fértil, una fábrica, una empresa consolidada, por ejemplo), ni le paga el salario a otra persona para vender los frutos de su trabajo. Una trabajadora de planta en Dos Pinos, una miscelánea en la empresa de limpieza Selime, una trabajadora doméstica, una cajera en Palí, una obrera agrícola en la bananera, también una maestra de escuela o una profesora universitaria, una guía turística o una química, incluso una ingeniera en el ICE, todas pertenecen en general a la clase trabajadora. Aunque en el día a día se dedican a cosas muy diferentes, lo que tienen en común todas es que si no trabajaran, no tendrían manera de sobrevivir. Pero, dentro de este grupo, existen diferencias en las condiciones en que se trabaja (salario, jornadas, derechos adquiridos), así como en el papel que se juega en la economía capitalista ya que solamente un sector de la clase produce valor. Sobre esto, cuáles son los sectores donde más trabajamos las mujeres* y en qué condiciones lo hacemos, profundizaremos más adelante.

Mujeres* trabajadoras en el capitalismo

Ahora bien, en el sistema capitalista, las personas de la clase trabajadora, cuando alguien les contrata, lo que hace es pagarles cierta cantidad a cambio de “su trabajo”, entendido como tiempo o bien ciertos productos. Sin embargo, los frutos de ese trabajo son vendidos por muchísimo más dinero que el que recibió la persona trabajadora. Esa diferencia (la plusvalía) es la que genera la riqueza de la persona dueña de la empresa, la plantación, la fábrica. Un problema social que se viene denunciando desde hace mucho tiempo (sobre el que espero profundizar en una siguiente entrada), es que muchos de los trabajos realizados mayoritariamente por mujeres son peor pagados que los realizados por hombres, o incluso en el mismo puesto, se paga menos a las mujeres (en ese caso se llama brecha salarial), generando proporcionalmente aún más ganancia a la patronal y funcionando como mecanismo para presionar a la disminución del salario del conjunto de la clase. Por poner un ejemplo, en 2022, en manufactura el ingreso bruto para los hombres fue de 490 000 en promedio, mientras para las mujeres de 385 000; en el caso del comercio y la reparación los hombres ganaron en promedio 417 000 y en las mujeres alcanzó 335 0003.

La ideología machista se origina en y sirve a la burguesía

Esta situación es reforzada con la ideología machista-burguesa de que las mujeres pertenecen al hogar y su principal función social es “atender la familia”, siendo el trabajar una especie de actividad complementaria a su principal tarea por lo que no tendría que ser pagada tanto como un hombre, cuyo rol central es proveer. Aunque cualquier mujer* trabajadora sabe que su ingreso es igual de necesario para la sobrevivencia que el de cualquier otra persona en su hogar, por eso es una ideología, son ideas que no se corresponden a la realidad, pero sirven a los intereses de los grupos en el poder. Sin embargo, fomentar la idea de que el lugar principal de las mujeres* es en los hogares, sumado a prácticas de discriminación en la contratación, de despidos por embarazos, entre otras, son formas de presionar hacia abajo los salarios de las mujeres y con esto, los del conjunto de la clase trabajadora. (Se piensa a las mujeres* como “ejército de reserva” para el trabajo remunerado, como eternamente propensas a regresar al desempleo, con la excusa de que es para “volviendo al hogar”.  Hogar donde se exige de las mujeres la gran mayoría del trabajo doméstico y los cuidados sin recibir pago alguno, pero esto lo desarrollaremos en otro momento.

Sin las trabajadoras, nada

Si bien esta ideología machista-burguesa (que también perpetúa la violencia machista, la cosificación e hipersexualización de las mujeres entre otros) perjudica a todas las mujeres, si no se atiende a la forma en que, como sociedad, producimos lo necesario y reproducimos la vida, no se alcanzará la libertad de todas las mujeres. Si nos dejamos llevar por las corrientes dominantes (como los discursos políticos que vienen de la ONU, OCDE y otras instancias como esas) de hecho podríamos simplemente aumentar la cantidad de patronas explotadoras o de la participación de mujeres de la posesión de capital. Como es de hecho la propuesta burguesa para hacer “política de género” , básicamente que haya más mujeres en posiciones sociales de ultra-privilegio, donde de por sí participan grupos pequeñísimos de personas. Esto mantendría a la mayoría de las mujeres* en situación de vulnerabilidad ante los caprichos de sus jefes, los abusos en el trabajo y hasta el sometimiento a la violencia machista que impone la dependencia económica (porque sí, incluso este último tema tiene relación con la clase social).

La liberación de las mujeres* como colectivo pasa por la liberación de las mujeres de la clase trabajadora. Y para lograr eso, será necesaria la revolución socialista.  Porque el capitalismo descansa sobre la base de explotar en mayor medida a algunos sectores, como las mujeres, migrantes, u otros grupos, para presionar hacia abajo las condiciones del conjunto de la clase. Además, toda la economía se apoya en las millones de jornadas de trabajo no pago realizadas por las mujeres en sus casas para que la humanidad continúe existiendo y esto necesita de la ideología machista-burguesa para intentar convencernos de que las mujeres no tienen que aspirar a nada más que a atender a sus familias como centro de sus vidas.

Nuestra propuesta, como socialistas, es la liberación de las mujeres y la participación plena en igualdad no formal sino material, de todos los aspectos de la vida social; la economía, la comunidad, la política, la cultura, el deporte. Para eso es necesario transformar la manera en que producimos, para que ya no funcione a partir de la propiedad privada de los medios de producción como las fábricas, empresas de todo tipo y grandes terrenos cultivables, sino de la propiedad colectiva y un plan económico centralizado, administrada por un Estado obrero democrático, con puestos revocables y participación de organizaciones políticas locales en la toma de decisiones y fiscalización. De forma tal que la manera en que generamos lo necesario para vivir como especie humana, no sea a partir de la explotación de unas personas por parte de otras ni del trabajo gratuito en la privacidad del hogar de más de la mitad de la clase trabajadora. Pero la propuesta de blog es ir desarrollando estas ideas una a una y en detalle, esperando aportar así al debate feminista, desde una perspectiva socialista.

Otros artículos