Varias manifestaciones estudiantiles ocurrieron en distintos puntos del país en días recientes. La principal causa de estas son las pruebas estandarizadas que pretenden aplicarse a estudiantes de undécimo o duodécimo como requisito de graduación, las cuales en principio equivaldrían al 40% de la nota final para aprobar el colegio.
Estas pruebas sustituyen a las llamadas pruebas faro que se dejaron de aplicar producto de la presión estudiantil. Son otra imposición del gobierno bajo la misma lógica de una evaluación estandarizada, que cumple un papel de filtro o barrera antidemocrática para acceder la educación superior y que no tiene nada que ver con mejorar la calidad de la educación.
Estas pruebas además se han aplicado de forma vertical y arbitraria por parte del gobierno y la ministra de educación Anna Katherine Müller, improvisando sobre la cantidad de preguntas evaluar y aplicándolas de forma atropellada.
Nosotros creemos que los estudiantes tienen razón en su oposición a las pruebas y que la exigencia de que se eliminen es correcta.
El gobierno y los organismos internacionales quieren medir a los estudiantes de todo el país con la misma vara, sin importar que sea el mismo gobierno el que no cumple con asignar el presupuesto constitucional del 8% para la educación o que este sea el año con menos inversión en más de una década, lo cual se traduce en escuelas y colegios que se caen a pedazos o en duros recortes en rubros como becas y transportes que justamente golpean a los sectores más pobres del país.
Frente a las manifestaciones el gobierno tuvo la reacción inmediata de rebajar de 40% a 30% el valor de las pruebas en la nota final producto de la presión, pero sostiene la aplicación de estas. También lanzó una ofensiva policial para evitar la instalación de un campamento estudiantil frente a la Casa Presidencial.
Además, el propio presidente trato de deslegitimar en público a varios de los chicos y chicas que se manifestaban, salió en una actitud provocadora usual en Chaves, amenazando con que las pruebas van por que van, pretendía después de eso estrechar la mano de estudiantes como si fuera su amigo. ¡Bien por la juventud que no se prestó al juego! El no darle la mano al presidente en ese contexto fue una potente afirmación de dignidad que debemos aplaudir.
El malestar de la juventud va más allá de las pruebas, están deben eliminarse y lo mismo debería ocurrir con los antidemocráticos exámenes de admisión de las universidades públicas. La crisis educativa, la falta de empleo, la violencia y la desigualdad tienen rostro joven, se necesita un programa para la juventud y una alternativa revolucionaria que defienda ese programa.
Desde el PT llamamos a rodear de solidaridad a la juventud que lucha, a coordinar y extender las manifestaciones a nivel nacional junto a otros sectores, así como a levantar una salida socialista y revolucionaria para la juventud.