La política exterior del gobierno de Carlos Alvarado es completamente hipócrita. Hemos señalado en otros artículos como la política migratoria del PAC resulta históricamente xenofóbica y particularmente represiva con las demandas de la comunidad nicaragüense.
Desde que inició la crisis política en Nicaragua, las declaraciones de la cancillería se oponen al gobierno de Daniel Ortega. Nada nuevo: todas las cancillerías están en contra de los gobiernos nicaragüenses de turno. Permanentemente se estimulan conflictos fronterizos para desviar la atención, algunos ridículamente caros como el litigio en la Corte Internacional de Justicia de La Haya.
La oposición en los discursos de Epsy Campbell y Carlos Alvarado a Daniel Ortega en los foros de la OEA pueden engañar sobre la posición del gobierno.
El gobierno de Costa Rica está a favor de garantizar la estabilidad política y de negocios en el área, pero se coloca contra el triunfo de la revolución democrática en Nicaragua y de la salida de Daniel Ortega.
¿Cómo funciona la estabilidad que quiere la burguesía costarricense?
Por un lado fomenta la xenofobia para dividir a los trabajadores, pero necesita anualmente casi 100.000 trabajadores nicaragüenses en condición de semi esclavitud para sostener las demandas de la agroindustria. Ese equilibrio peligra con el triunfo de la revolución democrática en Nicaragua.
Por eso la política del conjunto de las fuerzas burguesas (PAC, PLN, Restauración Nacional, etc) es criticar al gobierno de Ortega, demandarle diálogo, estabilidad para luego reforzar policial y militarmente las fronteras.
El gobierno mantiene, desde febrero, la línea de reforzar la frontera norte, usando inclusive equipo donado por la embajada estadounidense. No hay una propuesta de ayuda y acompañamiento al drama nicaragüense.
En el PT defendemos una política de apoyo total a la lucha del pueblo nicaragüense, de fronteras abiertas, derecho irrestricto al asilo y al refugio, acceso a los sistemas de educación y salud para los refugiados.