El momento político actual en Nicaragua y la política del imperialismo
Centroamérica en la política del imperialismo
No es posible analizar Centroamérica, sin tomar en cuenta la política y el momento político del imperialismo.
En la coyuntura actual, la combinación de distintas crisis: la pandemia del coronavirus y sus secuelas, el calentamiento global, la batalla por la influencia comercial, la guerra en Ucrania, la lucha revolucionaria de los pueblos del mundo y la descomposición del neoliberalismo parece apuntar a que nos encontramos en un momento donde el imperialismo estadounidense está replanteándose sus objetivos estratégicos.
El 27 de abril de este año Jake Sullivan, consejero para la Seguridad Nacional de Joe Biden realizó un discurso en el Instituto Brookings que se ha considerado un “Nuevo Consenso de Washington”, es decir el anuncio de una nueva política global de largo alcance para el imperialismo. El discurso crítica los aspectos más explosivos del neoliberalismo puro y duro, para defender un keynesianismo militar donde los Estados Unidos siga siendo la principal potencia económica y militar.
Pero estos discursos del imperialismo sobre “cambios” sobre todo implican modificaciones políticas hacía su propia población, no implican mayor democracia o autonomía en su patio trasero y sus semicolonias.
¿Y Centroamérica?
En lo que respecta a Centroamérica, la principal preocupación del imperialismo sigue siendo evitar las migraciones masivas, las caravanas de migrantes. A inicios de enero de 2023, Biden explicó el nuevo plan y las nuevas formas en que se aplicará el Titulo 42 en los Estados Unidos, este título fue la base de la política xenofóbica de Trump durante la pandemia.
Si bien, encontramos en los discursos de Biden y del establishment demócrata declaraciones anunciando su preocupación por el giro autoritario en la región que representan dictaduras como las de Ortega y Bukele, así como medidas políticas puntuales como las sanciones a la cúpula militar del orteguismo. La verdad es que esta preocupación es meramente discursiva y formal. La preocupación estratégica del imperialismo estadounidense radica en garantizar gobiernos estables y prevenir estallidos sociales y grandes desplazamientos migratorios. La estabilidad es prioritaria, incluso si ello significa convivir con regímenes dictatoriales.
La dictadura se refuerza.
La rebelión y la lucha popular nicaragüense ha estado en el centro del debate político local desde 2018 y vuelve periódicamente a estar en el foco de atención, como lo fue la liberación de los 222 presos políticos. La lucha del pueblo nicaragüense ha ganado la simpatía de la gran opinión pública democrática del mundo.
No obstante, las grandes potencias imperiales, más allá de su discurso “democrático” privilegian la convivencia pactada con la dictadura de Daniel Ortega.
La dictadura ha sabido leer la política del imperialismo y ha actuado para reforzar su poder político y debilitar a la oposición. Después de derrotar a sangre y fuego el levantamiento de 2018, ha utilizado diversos mecanismos para mantenerse en el poder, quebrando cualquier intento de resistencia y controlando las instituciones clave del país. Pero además ha construido una sólida base social de apoyo estratégica en el ejército, a quién a colmado de privilegios y prebendas, según un estudio del diario El Confidencial, la dictadura ha entregado: “casi un centenar de propiedades y un millonario aumento presupuestario” al ejército, el diario digital calcula que el ejército. “ha recibido 184 lotes de terrenos donados por Ortega, que suman más de 4100 hectáreas. Una extensión que equivale a más de 5778 campos de fútbol.” y que el presupuesto para los militares a aumentado casi cuatro veces (381.9%) de 2007 a 2023.
¿Hacia donde va Nicaragua?
Después de la salida de las personas exiliadas y presas políticos, la oposición en Nicaragua ha experimentado diversos movimientos. Se ha generado una discusión acerca de la necesidad de establecer un frente único para derrocar a la dictadura y sobre las tareas que debe asumir dicho frente. Persisten interrogantes sobre cómo lograr una verdadera unidad en la diversidad de perspectivas política que incluyen desde sectores de la oligarquía, hasta sectores de capas medias y pueblo llano.
La dictadura aprovechando este impasse de la oposición ha intensificado la persecución de los dirigentes de base, efectuando operaciones de intimidación como detener y liberar el mismo día a personas inocentes (con el objetivo de fomentar el exilio), ha quitado la personaría jurídica a más de 2000 organizaciones civiles, para evitar que exista cualquier asomo de independencia política. Así también ha retirado permisos para litigar y pensiones a los opositores desterrados.
Incluso organismos reconocidos internacionalmente, como la Cruz Roja y los organismos profesionales, han sido objeto de represión y restricciones por parte del régimen, en su afán de acallar cualquier voz disidente.
Hoy Nicaragua es la vanguardia de un proceso general en Centroamérica, la creciente descomposición del neoliberallismo y sus sustitución por dictaduras y regímenes bonapartistas. La única forma de revertir este proceso es a través de un nuevo ciclo de revoluciones democráticas.