Esteban Monge, celebró en un concierto por todo lo alto sus 40 años de vida y 20 años de carrera musical.
En 1996, junto con mis compañeros del colegio descubrimos la recién fundada Radio U 101.9 FM, descubrimos también a Esteban.
Época de huelgas estudiantiles, de escapadas masivas, de directores odiados, de ministros altaneros, la voz de Esteban nos acompañó en nuestras pequeñas conspiraciones, llenas de energía y de pretensiones desaforadas: “el viento esculpe un lamento, será el lamento de esas vidas que andan buscando una salida”, recuerdo que esa fue una pretensión generacional, encontrar sentido, identidad, un vida auténtica en medio de un mundo que no te prometía nada, que te prometía que los sueños habían muerto de una vez por todas. Una voz y una guitarra parecían ser suficiente para decirle algo muy poderoso al siglo que moría, entre ficciones democráticas y turbocapitalismo.
“Amor que haces el cambio, la diferencia
que llegas a dar dentro y eres la esencia
que buscas un mundo nuevo y una promesa
a donde lleva el camino y a donde empieza.”
Las cartas no estaban echadas, aún teníamos algo que decir, el mundo viejo se resistía a morir, el nuevo apenas despuntaba, ambos se mezclaban.
Vino el año 2000, las jornadas contra el “combo” del ICE, la vida cambió, en el jardín el sol salió, “sonaba una canción perfecta”. Recuerdo perfectamente la imagen de Esteban, el sol intenso sobre la 24 de Abril, camiseta blanca, pañoleta amarilla, su guitarra al hombro, uno más entre miles que nacíamos a la vida política, no estábamos dispuestos a que nos arrebataran el futuro, que se dejaran como propio, lo que nos pertenecía a todos.
“Amor si vienes conmigo… me encontraré”; “Bienvenido sea el momento en que nos perdemos dentro para salir al encuentro con los demás”. Mucho amor y mucha rabia, eso son mis recuerdos de abril y marzo del 2000. La certeza que entre todos podíamos cambiar el mundo, hacer retroceder la privatización del mundo.
Luego del 2000 en adelante, tengo otro recuerdo de Esteban, muchas peñas, muchas manifestaciones, muchos mítines, la campaña contra la guerra de Irak, “los hombres rotos”, hombres sin rostro bombardeaban la tierra, las escuelas, llevaban “la muerte del corazón”.
Tengo muchos recuerdos así de Esteban Monge, pequeños mítines, causas justas, ningún dinero para pagarle alguien, siempre contamos con Esteban para llevar su voz a alguna de estas manifestaciones.
Durante la campaña contra el TLC, también tengo la imagen de Esteban cantando, en muchos lugares, unos versos suyos me recuerdan ese momento: “Bienvenida la esperanza en tiempos en que parece que todo se desvanece en el aire. Y nos acechan fantasmas, cuerpos vacíos sin alma, hijos del dios capital”.
Luego, vino la vida adulta, junto a mi compañera, disfrutamos varias veces de la voz de Esteban, en público y en privado, mi hija en su kínder estudio a Esteban Monge, “es un cantante costarricense” me explicó una tarde cuando regreso del kínder, ahora es normal que los tres lo vayamos a escuchar.
Uno de los versos mejor logrados de Esteban dice: “acechan lobos que no distinguen el mal, del bien, que acechan lobos que no distinguen ser y tener”. Es un poco injusto con los lobos, que son criaturas maravillosas, pero lo que lleva razón es que si hay mundo, es un mundo donde podamos salir al encuentro de los demás, donde no se confunda el bien, con el mal, donde no se trate igual a las víctimas y a los victimarios, donde lo más importante sea lo que vos sos, no las cosas que tenés y podes comprar, ese es el mundo en el que quiero que viva mi hija, ese es el mundo por el que luchamos, estoy seguro que en ese mundo seguirá sonando la música, los versos y la voz de Esteban Monge.