El golpe de estado institucional
Los resultados electorales del 25 de junio y 20 de agosto fueron inesperados para la oligarquía guatemalteca, desde entonces han llevado adelante un intento de golpe de estado institucional través de tres figuras: Consuelo Porras, fiscal general, Rafael Curruchiche, jefe de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (FECI) y el juez Fredy Orellana.
La respuesta popular
Quienes han evitado que el golpe de estado institucional se consagre han sido las extensas movilizaciones populares e indígenas, desde el 2 de octubre, después del secuestro del material electoral por Porras, Currichiche y Orellana, se ha desatado una extensísima movilización popular cuyo corazón es la movilización indígena de los 48 cantones de Totonicapán, toda la creatividad y la energía popular ha renacido y no es exageración asegurar que se vive una nueva primavera.
Además de las movilizaciones originarias, se han sumado estudiantes de universidades públicas y privadas, médicos, vendedores de los mercados, pero es sobre todo la juventud guatemalteca la que más destaca.
El gobierno de Giammattei y la Corte Constitucional han diseñado un plan represivo y de provocaciones para desmontar el movimiento que incluye el uso de bandas de matones que enfrentan la movilización y la orden constitucional que ordena levantar los bloqueos de carreteras. Los bloqueos de carreteras ha sido un método privilegiado de la movilización y han surgido en decenas y en los mejores momentos más de un centenar. La idea de Giammattei, la Corte Constitucional y la Cacif es lograr un clima que justifique la represión reforzada a los bloqueos y al movimiento popular
El rol de Semilla y una nueva dirección
Ha sido público y notorio que el movimiento tiene dos almas, por un lado, Semilla que busca consolidar la transición electoral y un extenso grupo de dirigentes populares que aseguran que “no están defendiendo a Semilla, sino a la democracia” es decir que aspiran no solo a un cambio de gobierno, sino a una democratización radical de la tierra, el trabajo, la cultura y el reconocimiento.
El rol de Semilla y sobretodo del imperialismo estadounidense representado por la embajada estadounidense y Luis Almagro de la OEA, es que se respeten los resultados electorales y que allí se detenga la movilización popular, confían que Arévalo pueda contener y encauzar el ascenso y que puedan dialogar y llegar a acuerdos con él. Para el imperialismo la apuesta de la oligarquía criolla por un golpe de Estado en Guatemala puede ser un desestabilizador de toda la región.
La principal tarea de los partidos de la LIT-CI en el área es ayudar a construir una dirección política alternativa a Semilla, que permita encauzar la segunda primavera guatemalteca hacia una nueva revolución democrática, socialista y centroamericana.