La huelga contra el Plan Fiscal ha estado llena de episodios en donde las distintas instituciones del Estado Costarricense formaron un solo bloque para reprimir la huelga y lograr la aprobación del Proyecto 20580 que finalmente se concretaría el pasado 3 de Diciembre.
Está represión motivó un debate constante sobre la necesidad de apegarse o no a la legalidad establecida por el Estado mismo. ¿Bloquear o no bloquear?, ¿paralizar o no la distribución de combustible?, ¿cómo enfrentar a los antimotines?, ¿apostar por las declaratorias de legalidad o por la intervención de la Sala IV para ganar?
En este marco las dirigencias sindicales y el Frente Amplio nunca dejaron de alimentar la ilusión de que la lucha podría resolverse mediante la conciliación con el Gobierno y la Legislativa.
A cada paso de combatividad del movimiento ellos llamado a mantener la lucha en los marcos de la legalidad. “No hay que bloquear para que no declaren la huelga ilegal”, decían los dirigentes.
Sin embargo, los mismos acontecimientos dejaron al desnudo que las instituciones del Estado (parlamento, juzgados, Sala IV), lejos de ser un “terreno” en donde reformar el
Combo Fiscal o a partir del cual apoyarse para la victoria, eran armas en manos de la burguesía y su gobierno.
Y es que el Estado mismo es para los marxistas un órgano de dominación de clase, un órgano de opresión de una clase por otra, es la creación del “orden” que legaliza y afianza esta opresión, amortiguando los choques entre las clases. (Lenin, El Estado y La Revolución)
Para Lenin, el Estado Burgués consiste en un conjunto de instituciones como las fuerzas armadas, los juzgados y cortes, funcionarios políticos, el parlamento etc, cuya misión es imponer el dominio político y económico de la clase burguesa sobre la clase obrera mediante la fuerza y la ley.
Esto se reflejó a cabalidad en los últimos 4 meses en los que la huelga tuvo que enfrentar a todo el Estado. Al Gobierno que utilizó la represión y gases de la Fuerza Pública contra manifestantes en repliegue, a la Policía de Tránsito que impidió el libre tránsito de los buses de manifestantes, al Ministerio Público que llevó a juicio a los luchadores; a los jueces que
condenaron a luchadores como Carlos Andrés Pérez de RECOPE a prisión, a una Asamblea Legislativa abocada a votar un proyecto de ley que busca liquidar el derecho de huelga y podría disolver los sindicatos que violenten esa “legalidad” al bloquear o paralizar los servicios públicos.
Finalmente se tuvo la participación de una Sala IV de la que parte del movimiento esperaba un pronunciamiento contrario al Proyecto 20.580. Está última dio el toque final legalizando la aprobación del proyecto con 29 votos en segundo debate .
Parte de ese Estado lo fueron también las burocracias sindicales que dejaron de pelear a medio camino pero no se cansaron de llamar a los trabajadores a respetar la “legalidad” del Estado y luego a que volvieran al trabajo sin más. También lo fue el Frente Amplio que se mantuvo cumpliendo la función de vender falsas esperanzas de reforma el plan fiscal de su mismísimo gobierno.
Hoy, cuando ese Estado está buscando castigar al pueblo condenando a sus luchadores a prisión y minando el derecho a la huelga es necesario que nos preguntemos. ¿Era necesario violentar la ley de ese Estado Burgués al bloquear las vías, paralizar la distribución de combustible o enfrentar con autodefensa la represión de los antimotines?
El Marxismo nos enseña que no solo es necesario para ganar sino lo justo frente a una “máquina de dominación” de la burguesía que es el Estado.
Ya Engels explicaba a los obreros alemanes a finales del siglo XIX que “la gente se acostumbra desde la infancia a pensar que los asuntos e intereses comunes a toda la sociedad [solo] a través del Estado y de sus bien retribuidos funcionarios.”(ENGELS, Introducción a la Guerra Civil en Francia). Pero que para que la clase obrera avance es necesario que siga el ejemplo de la Comuna de París.
Momento en el que los obreros, por primera vez en la historia, tomaron el poder en sus propias manos, disolvieron el ejército, los juzgados capitalistas y las leyes que los oprimían. Organizaron sus propias fuerzas armadas, instauraron un gobierno de asambleas de trabajadoras y una economía orientada controlada por estas para defender su Capital, entregada a Alemania por el gobierno Francés, pero cuyo pueblo se negaba a rendirse tras la derrota de Francia en la Guerra Franco Prusiana en 1871.