En nuestro país en estos días se conmemora el día de la diáspora africana. Costa Rica es un país profundamente marcado por el racismo y la xenofobia, a pesar de la imagen inclusiva y democrática que se recalca insistentemente. Quienes luchamos por un proyecto de emancipación en nuestro país (y por la causa Palestina) no podemos ser indiferentes a la lucha contra el racismo contra la población afrocostarricense. Mientras existan personas oprimidas en este mundo ninguna persona podrá ser libre y ningún proyecto emancipador tiene cabida
En Costa Rica existe un 8-10% de la población con orígenes afrocostarricenses. Y la historia de la población negra en nuestro país ha estado marcada por una política racista del estado desde hace siglos. Posterior a la “abolición de la esclavitud” la población afro fue expuesta a la “prohibición de “colonizar” (tener tierras y propiedad), a la negación del derecho al voto, a las restricciones del movimiento en el propio país en el que vivían, a los intentos estatales de erradicar las lenguas como el patuá y el creole, y la imposición de condiciones similares a la esclavitud en lo laboral.
Hace no tanto, en los años 50 del siglo pasado, todavía existía un régimen segregacionista que impedía el movimiento de esta población más allá de Turrialba, parecido al Apartheid hoy impuesto en la Palestina ocupada.
Hoy, esta población sigue experimentando una política de racismo estatal. Limón, una provincia que genera gran parte de la riqueza del país, sigue experimentando la falta de inversión estatal, algunas de las condiciones laborales más duras y condiciones sociales más pobres, y el abandono de un estado para el cual esta provincia es una fuente de extracción de riqueza, pero que no merece la mínima inversión. La población negra e indígena sigue poniendo la fuerza de trabajo, mientras se les niegan los más elementales derechos.
Mamita Yunai parece que fue escrito ayer. Las mismas condiciones de explotación, de violencia estatal, de despojo, de opresión a quienes hacen el trabajo más duro (y que genera mayor valor) siguen estando vivas. Hoy nos toca seguir enfrentando los mismos demonios que en los años 40 del siglo pasado. Las manos de la United Fruit Company hoy tienen otros nombres, pero siguen infligiendo las mismas heridas, con las mismas armas.
¿Y qué tiene que ver Palestina con esto?
Hoy, la población Palestina es el centro de la agresión racista en el mundo. El genocidio contra el pueblo palestino, que tiene casi 80 años de desarrollarse, está en su etapa más aguda. 76.000 personas han sido reconocidas como muertas -identificadas y recuperadas-, pero algunas organizaciones ubican el conteo de víctimas en más de 400.000.
El estado Israelí es hoy el principal asesino de niños y niñas, de periodistas, de trabajadoras de la salud y humanitarias del mundo. Este estado ha tirado el equivalente a varias bombas atómicas sobre una población desarmada. Utilizan el hambre como arma de guerra, poniendo en peligro la vida de millones de personas.
Y lamentablemente esto se da ante la mirada del mundo entero. A pesar de que millones de personas toman las calles en solidaridad, a pesar de los bloqueos al envío de armas, a pesar del boycott y sabotaje a las empresas que lucran con el genocidio, y a pesar de las acciones enorme de solidaridad, la amplia mayoría de estados del mundo han tomado el lado del opresor racista.
Las grandes potencias siguen enviando armas a los estados genocidas. Por las alturas sigue el silencio absoluto ante el uso del hambre como arma, con la anexión ilegal del territorio Palestino, con la violencia colonial, y ante el genocidio más documentado de la historia.
Además, el estado Israelí tiene las manos llenas de sangre de los indígenas guatemaltecos, de los mapuches, de la población del Sudán, del Congo. Su política racista no es sólo contra los pueblos árabes, sino también contra la propia población judía negra, como en el caso de las mujeres etíopes esterilizadas forzosamente y de su apoyo a los proyectos coloniales en África y América Latina. El proyecto del “Gran Israel” es principalmente un proyecto colonial de supremacía blanca-europea.
Hoy, desde el PT, que formamos parte del movimiento de solidaridad con Palestina, entendemos que la lucha contra el genocidio contra el pueblo palestino es la misma que contra el racismo y el colonialismo en nuestro país. Combatir el racismo, la lucha por sindicalizar a las plantaciones, fábricas y muelles, y la lucha por la defensa de las condiciones de vida y territorio de la población negra son parte de esta lucha.
Por eso hoy, reivindicamos la lucha contra el racismo del estado costarricense, y lo hacemos también levantado las banderas de una Palestina libre, de la lucha contra el genocidio en el Sudán, en Etiopía y en el Congo, y de la lucha a fondo contra el racismo estatal en Costa Rica.
Seguiremos luchando contra toda opresión racista. En nuestro proyecto de emancipación no cabe la supremacía blanca, no cabe la opresión contra ningún pueblo, ni contra la población negra del mundo.
Sólo construyendo una sociedad socialista, en la que desvanezcamos la opresión, en la que seamos dueños y dueñas de nuestra fuerza de trabajo, en la que los recursos sean para que tengamos vidas dignas, podremos construir un mundo libre de opresión racial. No existen puntos medios… o nos sumamos a esta lucha contra toda opresión o la dignidad de la humanidad no tiene futuro.
Por eso decimos que la lucha en contra del racismo en Costa Rica y la lucha contra el genocidio contra Palestina es una sola. Y nuestra organización seguirá en las calles, en las plantaciones, en las fábricas, y en toda trinchera necesaria combatiendo la opresión. Les invitamos a que volteemos este mundo para acabar con estos sistemas de opresión. Este próximo sábado 6, la lucha Palestina y la lucha contra la opresión racial serán una sola. A partir de las 10 am estaremos haciendo presencia en el Festival de la Diáspora Africana, rindiendo homenaje a la lucha contra la opresión y la explotación en el mundo. Nos vemos en las calles el sábado.