La crisis sanitaria originada por el coronavirus afecta de manera desigual a las mujeres y las niñas respecto al resto de la población. Esto ocurre no solo por estar más expuestas al contagio por las labores de cuido que realizamos, sino también por las consecuencias que lleva consigo el encierro cuando se vive en situaciones de violencia.
Las labores de cuido nos exponen más al contagio
Luego de que el gobierno decretara el estado de emergencia por el COVID-19 y a pesar del llamado a quedarse en casa, son miles de personas las que se ven forzadas a salir de sus hogares para continuar trabajando. Solo un limitado porcentaje de trabajadores del sector público se ha podido sumar al teletrabajo y la mayoría del sector privado sigue laborando.
Parte de quienes engrosamos esa población somos las mujeres, quienes nos desempeñamos en labores tradicionalmente feminizadas, orientadas al cuido y la protección de otros, realizando labores de limpieza en los centros de trabajo, atendiendo la elaboración de alimentos en los comedores, trabajando en el sector salud con el cuido de personas enfermas o como trabajadoras domésticas en casas particulares. Estos trabajos, que en su mayoría son realizados por mujeres, nos dejan expuestas al contagio, al ser parte de las labores de primera necesidad que se mantienen en periodos de crisis sanitaria y que implican tener contacto con gran cantidad de personas.
Pero además de esto, en la mayoría las empresas no muestran preocupación por la salud de estas trabajadoras, como fue el caso del sector de limpieza de la empresa SELIME que es subcontratado por la Universidad de Costa Rica, quienes según la denuncia puesta por el sindicato SITRASEP, laboraron durante varios días sin implementos de protección para la prevención del coronavirus y sin tomar ninguna medida especial para las personas en riesgo.
El teletrabajo y la doble jornada
Según el último informe elaborado por Oxfam, las mujeres constituyen dos terceras partes de la mano de obra que se ocupa del trabajo de cuido que está remunerado, pero también realizamos más de tres cuartas partes del trabajo de cuido no remunerado. En Costa Rica, la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo, reveló que el tiempo que las mujeres dedicamos al trabajo doméstico no remunerado es aproximadamente dos veces más del que dedican los hombres a ese mismo trabajo (35 y 13 horas respectivamente). Y esta situación se incrementa aún más en periodos de crisis y confinamiento.
Los hogares: el lugar más peligroso para las mujeres
Pero además, es de esperar que el confinamiento dentro de los hogares desencadene que las relaciones se vuelvan más tensas, y si hablamos de las mujeres que son agredidas la situación se pone peor aun. Mujeres, niñas y adolescentes, en los hechos estarán forzadas a soportar a padres, abuelos, tíos y hermanos agresivos, abusadores o violentos, sin posibilidad de revertir esta situación, ya que con el aislamiento no solo los maltratos se van a intensificar en una situación de mayor estrés y tensión, sino que van a disminuir posibilidades de denunciar o salir de sus hogares.
Por eso para muchas, el mantenerse en las casas no siempre implica un panorama alentador. Aquellas que estaban por salir de sus relaciones o terminar con su pareja, se lo pensará dos veces antes de hacerlo, y en estas condiciones, desde la soledad de las casas, es de esperar que el aislamiento genere que se den pasos atrás en muchos procesos de enfrentamiento al agresor.
Por otro lado, parte de las conquistas en la lucha contra la violencia hacia las mujeres ha sido el sacar el tema del espacio doméstico, el dejar de asumirlo como un “asunto privado” para visibilizarlo como un tema público, de responsabilidad del Estado y apoyado desde las calles por las organizaciones políticas. Pero en momentos de aislamiento, donde las redes de apoyo se ven limitadas, es más difícil para las mujeres enfrentar la violencia.
Abordar las respuestas ante la pandemia
El gobierno ya ha anunciado algunas medidas como la reducción de la jornada laboral y los salarios que agudizarán la pobreza y la precariedad de quienes ya sufrimos todo tipo de violencia.
Las situaciones de crisis, nos afectan a las mujeres de manera desigual, ya que por la condición de opresión en la que nos encontramos, somos más vulnerables a sufrir los efectos negativos. Basta con ver las tasas de desempleo en la que se encontraba el país a finales del 2019, donde el desempleo fue de un 15,3% entre las mujeres, frente a un 9,9% en los hombres. Esta condición de precariedad que ya veníamos arrastrando, se agudizará con las medidas que está impulsando el gobierno para la reducción de salarios y la crisis sanitaria. Para este momento ya se reportan denuncias de despidos de mujeres embarazadas y reducción de salarios aún antes de aprobarse esa normativa. Por eso es fundamental implementar una política para la atención de las mujeres que incorpore:
- Cuarentena inmediata en los centros de trabajo para que se cierren todas las empresas y servicios no esenciales, y los esenciales funcionen al mínimo para garantizar la salud de las personas trabajadoras. Dotar de equipo de protección necesarios para evitar los contagios y un plan de protección especial para las trabajadoras y trabajadores con factores de riesgo.
- Prohibición del despido por motivos económicos derivados de la situación de la pandemia.
- Licencias de maternidad y paternidad para aquellas personas que tengan a su cargo la atención de hijos e hijas menores de 12 años o la atención de personas con discapacidad.
- Apoyos económicos para la contratación de cuidadores de niños, para el personal de servicios esenciales que esté laborando horas de trabajo extra por la atención de la pandemia.
- Levantamiento de la regla fiscal para invertir en infraestructura y contratación de personal de apoyo para atender situaciones de violencia, de manera que se amplíe la cantidad de albergues para la atención de las mujeres, considerando todas las medidas sanitarias requeridas.
- Organización comunitaria y barrial para el apoyo a mujeres en situación de violencia, de manera que ningún caso sea asumido con el silencio cómplice de los vecinos.