Socialismo Hoy - Periódico Oficial del Partido de la Clase Trabajadora
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Los orígenes del movimiento sindical en Costa Rica

Por Roberto Herrera Zúñiga

Hay que empezar por alguna parte. Pero tiene un poco de complicación elegir por donde empezar una historia de las luchas de los sectores populares de nuestro país.

El historiador Victor Hugo Acuña, ha señalado lo difícil que puede ser rastrear la mentalidad de los sectores populares durante la colonia e inicios de la vida republicana, Acuña señala que lo que podemos saber de los sectores populares en los inicios del siglo XIX es que eran católicos, sabemos que una brigada de combatientes cartagineses fue a Nicaragua a combatir en las revueltas antifiscales, bajo el estandarte de la Virgen de los Ángeles.

Es decir las primeras manifestaciones que podemos encontrar de los sectores populares del país son más bien conservadoras y tradicionalistas, en contra de los movimientos progresivos por la independencia de España y aferrados a una fé tradicional y conservadora.

Pero la historia tiene bemoles, a partir de mediados del siglo XIX se produce la incorporación de Costa Rica al mercado capitalista mundial, la primera bolsa de café se exporta hacia Inglaterra y a partir de allí el siglo siguiente será una expansión permanente del capitalismo agrario.

Al igual que el desarrollo del capitalismo en todas partes del mundo, el desarrollo del capitalismo cafetalero implicó un proceso de acumulación primitiva, es decir un proceso de expropiación y proletarización forzada. Por un lado se desarrollaron mecanismo de privatización y mercantilización de la tierra, así como procesos de diferenciación social para crear jornaleros libres (peones) que fueron la primera clase obrera de nuestro país, este proceso no fue un proceso pacífico, sino que el surgimiento del proletariado costarricense combinó la ruina y la expropiación de campesinos, pero también el uso forzado, semi esclavo de mano de obra a través de las leyes de vagancia, leyes que estuvieron vigentes entre 1850 y 1870 y bajo las cuales con la acusación de “vagancia” se le permitía al Estado usar mano de obra esclava para el desarrollo de obras públicas, caminos y demás necesidades generales del capitalismo.

Es en este marco que se da el primer enfrentamiento político entre las clases en el país. El desarrollo del capitalismo costarricense vino junto con una ideología que justificó el despojo y la proletarización, esta ideología fue el liberalismo.

Aunque el liberalismo jugó un rol progresivo en la lucha contra el poder de la iglesia y de los residuos monárquicos, fue bajo esta ideología que se establecieron gobierno fuertes y dictatoriales y también que se dio rienda suelta a la codicia de los ricos, el liberalismo no acepta ningún tipo de regulación social, por lo tanto estaba a favor de la privatización de las tierras y en contra de cualquier uso comunal de las mismas, pero además estaba en contra de cualquier restricción en las relaciones capital-trabajo.

Los liberales sostenían que el trabajador y el patrono tenían una relación comercial más como cualquiera y que por lo tanto no necesitaba de ninguna regulación, ni ninguna protección, pues esta sería “anti económica”. En esos años las relaciones entre las personas trabajadoras y los patronos se regulaban a través del Código de Comercio, aún faltaban casi cuarenta años para que aparecieran las primeras leyes y regulaciones laborales del país.

Estamos hablando de los finales del siglo XIX, 1870-1880, en estos años en Europa y Estados Unidos, ya existía un vigoroso movimiento obrero y socialista, en 1864 se había fundado la Primera Internacional de la mano de Marx y Engels y en 1871 había ocurrido La Comuna de París, el primer gobierno obrero de la historia de la humanidad.

Las clases dominantes europeas preocupadas por que las clases trabajadoras se estaban volviendo masivamente socialistas y comunistas, realizaron un cambio de táctica, durante mucho tiempo la Iglesia Católica había rechazado la organización obrera y también las ideas socialistas que acusaba de ser “ateas” y de “pervertir a los trabajadores”, esta política católica de oponerse a la organización sindical y política tuvo como resultado el abandono en masa de las clases laboriosas de la influencia de la iglesia.

Las organizaciones socialistas de la época competían en todos los espacios sociales en los que la iglesia había tenido algún ámbito, además de la organización sindical y política, las organizaciones socialistas tenían organizaciones infantiles, de mujeres, culturales, deportivas, inclusive coros, muy parecidos a los coros de la iglesia, esta red de organizaciones, más las conquistas sociales y políticas que se iban conquistando con la lucha volvían al socialismo muy atractivo a los ojos de la clase obrera.

Es en eso momento que la Iglesia Católica cambia de política y diseña una “política social” para competir con los comunistas y los socialistas, y empieza el impulso de organizaciones sindicales católicas bajo la orientación de una Encíclica papal: la Rerum Novarum.

La idea de la iglesia era construir una ideología y una política con la cuál competir con los partidos socialistas, esta política estaba basada en las ideas de caridad cristiana, “justo precio” y de relaciones armoniosas entre el capital y el trabajo, basada en algún tipo de obligación moral.

Fue ese tipo de sindicalismo el primero en llegar a Costa Rica, Bernardo Thiel, un sacerdote alemán que había sido educado en Ecuador en la lucha contra los liberales, vino a Costa Rica y emitió los primeros discursos pro obreros y pro sindicales que conocemos.

La proclama más famosas de Thiel es un sermón de 1893 llamado: “Sobre el justo salario de los jornaleros y artesanos y otros puntos de actualidad que se relacionan con la situación de los destituidos de bienes de fortuna”, el sermón fue un escándalo entre las filas gubernamentales y la gente rica porque sostenía tres ideas que en ese momento parecían inaceptables: 1) fijar el precio de los salarios de los trabajadores, es decir la idea del salario mínimo; 2) fijar los precios de los artículos de primera necesidad, es decir el control de precios y 3) crear asociaciones de obreros y artesanos, es decir promover la organización obrera.

Cómo se puede ver estos tres puntos programáticos tienen aún una gran actualidad, pero lamentablemente estos primeros pasos del proletariado costarricense tenían varios problemas, el principal es que aún no había conquistado la independencia política de clase, ni se estaban desarrollando bajo una ideología acorde con sus intereses y su visión de mundo.

El objetivo de Thiel, no era la emancipación de la clase obrera, sino proteger las instituciones católicas en un mundo en ebullición, sometido a cambios económicos, políticos y culturales que ponían en tela de juicio el papel central que hasta ayer había tenido la iglesia católica. De hecho las organizaciones de masas, los sindicatos católicos terminaron siendo base de apoyo electoral del partido Unión Católica, es decir la clase obrera fue usada como base social de maniobra en un enfrentamiento entre dos sectores de la clase dominante. ¿Es un escenario que aún nos parece familiar, no?

Tendríamos que esperar un poco para que se desarrollaran las organizaciones obreras con una verdadera ideología proletaria.    

La tensión entre el marxismo como proyecto político y la política socialcristiana, va a marcar buena parte del siglo XX en Costa Rica, de hecho hay muchas marcas de la política social cristiana entre la clase obrera, una de las principales centrales sindicales del país se llama Rerum Novarum, como la Encíclica papal, una importante barriada popular se llama Leon XIII, el Código de Trabajo en su artículo 1 hace una adhesión directa a la doctrina social de la Iglesia.

Veremos a lo largo de otros artículos las diferencias entre el marxismo y el socialcristianismo, queríamos nada más cerrar esta intervención con un texto temprano de Marx, justamente polemizando con las primeras formas del socialcristianismo, es un texto de 1847, anterior al Manifiesto Comunista donde Marx señala: “Los principios sociales del cristianismo han tenido ya mil ochocientos años para desarrollarse, y no necesitan ser desarrollados más aún (…)

Los principios sociales del cristianismo justificaron la esclavitud en la antigüedad, glorificaron la servidumbre de la edad media, y también saben, cuando es necesario, defender la opresión del proletariado, aunque pongan cara de lástima al hacerlo.

Los principios sociales del cristianismo predican la realidad de una clase gobernante y una oprimida, y lo único que tiene para esta última es el piadoso deseo de que la otra se muestre caritativa.

Los principios sociales del cristianismo trasladan al cielo la corrección de todas las infamias aludidas (…), y por lo tanto justifican la existencia continuada de dichas infamias en la tierra.

Los principios sociales del cristianismo declaran que todos los actos viles de los opresores contra los oprimidos son o bien el justo castigo del pecado original y de otros pecados, o bien pruebas que el Señor, en su infinita sabiduría impone a los reprimidos.

Los principios sociales del cristianismo predican la cobardía, el desprecio de sí mismo, la humillación, la sumisión, el desaliento; en una palabra, todas las cualidades de la canaille.

Y el proletariado, que no quiere ser tratado como una canaille, necesita su valentía, su sentimiento de sí mismo, su orgullo y su sentido de independencia, mucho más que su pan. Los principios sociales del cristianismo son solapados, y el proletariado es revolucionario.”

Fuentes:

Acuña, V. (2002). La invención de la diferencia costarricense 1810-1870. Revista de Historia, 45, 191-228.
MARX, K.-F. ENGELS (1974).  Sobre la religión (Edición preparada por Hugo Assmann-Reyes Mate), Sígueme, Salamanca.
Molina Jimenez, I. (1988). La alborada del capitalismo agrario en Costa Rica.
Molina Jiménez, I. (2007) Anticomunismo reformista: Competencia electoral y cuestión social en Costa Rica (1931–1948) San José: Editorial Costa Rica.
Schroeder Barrantes, A. M., & Sandí Morales, J. A. (2018). La carta pastoral‟ Justo Salario”: el intento de Mons. Thiel por iniciar la Doctrina Social de la Iglesia católica en Costa Rica (1893). Anuario de Historia Regional y de las Fronteras, 23(2), 115-139.
Soto Quesada , A. (1986).La formación de la narrativa nacional costarricense. Editorial Universidad de Costa Rica.

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