Solo ha pasado un día desde que 107 diarios del mundo develaron los “Papeles de Panamá”, una gigantesca filtración de los documentos del Bufete Mossack Fonseca, un bufete internacional radicado en Panamá, y que está especializado en la creación de sociedades offshore. Esta filtración es una gigantesca base de datos, que muestra “de cuerpo entero” cómo funciona el capitalismo contemporáneo y como están organizados los esfuerzos técnicos, financieros y legales de la burguesía para esconder su dinero, evitar pagar impuestos o esconder el nacimiento ilegal de su riqueza.
En nuestro país por el momento solo el Semanario Universidad y Amelia Rueda han reporteado un pequeñísimo pedazo de la información de los 75 000 documentos costarricenses, de los casi 11, 5 millones de documentos develados. Mucho todavía está por saberse y por escribirse.
No voy a competir con las noticias que aún están por descubrirse, quería más bien reflexionar sobre las posiciones políticas que a pocas horas de saberse el escándalo, ya están claramente formuladas.
Pero antes que nada, quiero hacer una aseveración brutal: el periodismo no cambia al mundo. La investigación que han hecho 300 periodistas de 107 diarios en 25 lenguas, es sin duda la investigación periodística del siglo, en medio de la venalidad de la prensa burguesa moderna, a quienes participaron de la investigación, les honra su seriedad y rigurosidad. Aun así, como lo han mostrado las filtraciones de Wikileaks, lo “Papeles de Luxemburgo”, las filtraciones de Edward Snowden, no es suficiente que se sepa la verdad, es necesario hacer algo con ella, es necesaria una política, para que prevalezca la verdad sobre el cinismo, es necesario usar de manera revolucionaria esta información.
Con las pocas reacciones que tenemos, ya podemos ver cuatro grandes actitudes políticas hacia los “papeles de Panamá”, los entraremos a analizar.
Las reacciones de los privilegiados
En algo coincidieron Russia Today y el diario La Nación, primero el asombro y una violenta reacción a la noticia, Russia Today es el vocero de los intereses de los empresarios rusos vinculados a Vladimir Putin, La Nación es la vocera de la oligarquía local, “los papeles de Panamá” expusieron a Manuel Francisco Jiménez Echeverría y Rodolfo Jiménez Borbón, poderosísimos empresarios locales.
La Nación y Rusia Today usaron varias palabras claves para reaccionar a la noticia: “Hackeo”, “ataque cibernético”, “robo de información privada”. Lo que hay en cursos son noticias producto de una acción delictiva.
La reacción no podía ser más transparente, es la reacción aristocrática y oligárquica de los privilegiados que consideran que cualquier exposición al debate público de su riqueza debe ser considerada un delito.
La sociedad no tienen derecho a saber, ni a discutir sobre su riqueza mal habida. Su política es clara, del escándalo de los “papeles de Panamá” debe surgir una mayor intervención gubernamental para proteger los intereses de los ricos, se necesita más seguridad, más espionaje, más leyes contra la “piratería”, más “leyes mordaza”.
Bajo el mantra de proteger la “información privada” o “clasificada” se busca reforzar sus privilegios, que no deben estar de ninguna manera bajo discusión, se busca más opacidad, menos controles, claramente estar por encima de la ley y del escrutinio público.
La reacciones de los gobiernos y los altos funcionarios públicos
La segunda reacción es la de los gobiernos y los funcionarios, el gobierno de Luis Guillermo Solís tuvo una reacción típica, anuncio que se iniciarán “las investigaciones pertinentes de las personas, sociedades y bufetes que han sido mencionados en una investigación internacional”.
Esta reacción, es la reacción del cinismo y del gatopardismo, es muy peligrosa, por qué es muy desesperanzadora. Es el gesto del gobierno de aparecer como asombrado, pero que sabemos es falso, que es imposible que el gobierno y los funcionarios no supieran como está organizado el capitalismo canalla.
Justamente, lo que muestra la profundidad y la densidad de los “Papeles de Panamá” es que llevan décadas viendo para otro lado, que sabiendo donde está el dinero, no hacen más que hacerse los distraídos y culpar al pueblo y a los derechos laborales de ser responsables de la crisis, de pedir austeridad y sacrificios, mientras los grandes ricos amasaban clavos de oro en Panamá o en las Islas Caimán.
La reacción del gobierno es cínica: “no sabíamos”, “vamos a investigar” y en realidad lo que se espera, es que el escándalo finalmente pase, que se olvide bajo el efecto de las noticias y el tiempo los hallazgos recién salidos a la luz, que todo siga igual.
La reacción de los reformistas
La tercera reacción es la reacción reformista, que va en un gran arco de Podemos en España al Frente Amplio en Costa Rica, la reacción es ver el escándalo político como un momento para reforzar su concepción.
Estos hechos son vistos por los reformistas, como una denuncia a la “élite política y empresarial corrupta” (a la “Casta” dice Podemos) por oposición a una amplio arco de las fuerzas “ciudadanas y progresistas”, donde incluyen a los propios partidos reformistas, a los periodistas honestos, a los jueces, a los fiscales, al sistema parlamentario.
Su política es “la regeneración democrática”, un llamado a luchar contra la corrupción empresarial y política, pero para construir un capitalismo regenerado, un capitalismo “honesto”, de “manos limpias”, de pequeños empresarios, un capitalismo “sin conspiración”, sin encubrimientos, sin narcotráfico, sin venta de armas y de esclavos, sin cuentas off shore y sin paraísos fiscales.
Los reformistas creen que “los papeles de Panamá” develaron “la podredumbre” del capitalismo, no es así, “los papeles de Panamá” son una “radiografía de cuerpo entero” del capitalismo, nos muestra su funcionamiento, sus organismos, su sangre vital.
No hay capitalismo “honesto” y de “manos limpias”, el narcotráfico, la venta de armas, el traficado con diamantes, no son una “pústula” del capitalismo son su corazón y su sangre, es el aire que respira. Así como un cuerpo humano no puede vivir sin corazón y sin sangre, el capitalismo no puede vivir sin cuentas off shore, sin traficantes de Marfil, etc. etc. Que el escándalo de los “papeles de Panamá” tenga como primer sacrificado político al primer ministro de Islandia, muestra con claridad que la corrupción es sustancial al capitalismo.
La reacción de los revolucionarios
La reacción de los revolucionarios, en general es más sobria, sabemos que si bastara una buena investigación para acabar con los males del capitalismo, pues hace rato el capitalismo habría desaparecido.
No creemos que baste un grupo de periodistas valientes, aunque sin duda el develamiento de “los papeles de Panamá”, prestan una ayuda inestimable a los revolucionarios.
Nuestra primera impresión, son la confirmación de dos frases muy categóricas de Carlos Marx, la primera que el capital viene al mundo “chorreando sangre y lodo, por todos los poros”, que detrás de las grandes riquezas capitalistas hay siempre crímenes, que no hay nada que el capital no esté dispuesto hacer, si se le garantiza un amplio margen de ganancia.
Y luego que el gobierno moderno, no es más que el comité ejecutivo que vigila y coordina los intereses de los grandes empresarios.
Por eso no es de extrañar que prominentes políticos y grandes empresarios sean los principales expuestos en el escándalo.
Este escándalo, confirma los elementos centrales de nuestra denuncia y de nuestro programa para acabar con el capitalismo: Que la moderna democracia es una democracia para los grandes ricos, que la burguesía no tiene patria, que su patria son sus riquezas, que las leyes y los jueces están al servicio de este “robo legalizado”.
Y que para superar la crisis social, se necesita ir más allá del capitalismo, en primer término nacionalizando el conjunto de sistema bancario y poniendo las riquezas al servicio y bajo el control de los oprimidos y de los trabajadores.
Pero también acabando con la democracia para ricos y con los políticos profesionales al servicio de la burguesía, que hay que sustituir la república burguesa, que es una haz de negociados y corruptelas, por una Estado de los productores directos, por un Estado obrero donde los gobernantes no ganen más que un obrero calificado y que sean responsables y revocables en todo momento por sus electores.
Finalmente, una última perspectiva: ¿Por qué ocurrió esta mega filtración? No se sabe quién entregó los 11, 5 millones de documentos a la prensa, pero al igual que en los casos de Wikileaks y de Edward Snowden, podemos tener una hipótesis fundada. ¿Por qué alguien cualquier profesional, se arriesgaría, a filtrar estos documentos con las implicaciones legales o mortales que puede tener?
Creo que más autorizado que yo, para explicarlos es Zbigniew Brzezinski, uno de los principales estrategas de la política exterior de los EEUU, en una entrevista reciente señala: “… vengo diciendo en los últimos 20 años: vivimos un periodo de inestabilidad sin precedentes… lo que yo llamo de “despertar político global”, una tomada de conciencia sobre las injusticias, desmanes, desigualdades y explotación.”
No creo que “los papeles de Panamá” cambien el mundo, más bien al revés. El escándalo de “los papeles de Panamá” son posibles, porque el mundo ha cambiado, porque millones de jóvenes y trabajadores en el mundo se han levantado contra los planes de austeridad en España, Portugal, Francia e Italia, porque miles de jóvenes negros y latinos combaten contra el racismo en Estados Unidos, porque millones de jóvenes y trabajadores hicieron revoluciones contra las dictaduras pro imperialistas en el Medio Oriente, porqué decenas de miles de trabajadores hoy enfrentan el engaño de los “gobiernos progresistas” neoliberales en Sudáfrica, Brasil y Bolivia.
“Los papeles de Panamá” son producidos en última instancia por la creciente lucha contra la desigualdad y las injusticias, contra los privilegios odiosos de los empresarios y los políticos burgueses, contra la democracia de los ricos.
Nuestro deber como revolucionarios es aprovechar el momento para plantear más que nunca nuestro programa anticapitalista, socialista y revolucionario.