Se cumplen casi cuatro meses de las protestas que dieron inicio a la insurrección contra la tiranía Ortega-Murillo. El saldo a la fecha son más de 450 muertos a manos del régimen y sus grupos paramilitares, cientos de desaparecidos, miles de refugiados por la persecución y una cifra indeterminada aún de presos políticos que sigue creciendo.
La ofensiva del gobierno no sepulta la lucha
En los días previos al 19 de julio el gobierno llevó adelante la “operación limpieza” para levantar a punta de bala los tranques que se mantenían aún en varios puntos del país. En Monimbó el gobierno debió utilizar más de 1500 efectivos con armas de guerra durante casi 48 horas, solo así puedo quitar las barricadas momentáneamente; en todo el país se desato una cacería con un saldo alto de muertes en zonas como Jinotepe o Lovago, así como innumerables detenciones y migraciones forzosas de líderes de la resistencia.
Esa ofensiva pretendía “normalizar” la situación en el marco de las actividades oficiales del 19-J y sepultar de una vez por todas la lucha. Si bien es cierto el gobierno logró un control relativo de la situación, la tiranía Ortega-Murillo sigue herida de muerte; en las filas de la oposición existe mucha confusión y dispersión de la lucha, pero a pesar de la represión los ánimos de continuar la pelea siguen intactos.
La hipocresía de la OEA, el imperialismo y la COSEP
Mientras se desataba la “operación limpieza” la OEA aprobó una resolución sobre Nicaragua, en la que llama a continuar el dialogo, investigar los crímenes y adelantar elecciones. Nunca se condena al gobierno de Ortega ni se le responsabiliza por los asesinatos, mucho menos se pide la salida de la familia Ortega-Murillo del poder que es el principal clamor del pueblo nicaragüense.
Muchos nicaragüenses celebraron la resolución de la OEA al verla como un revés diplomático de la dictadura, pero esa algarabía no debe ocultar el rol cómplice de ese organismo no solo con Ortega sino con otras tiranías como la de Juan Orlando Hernández en Honduras. La política de ese organismo y del imperialismo gringo no es que se vaya el tirano de inmediato. El imperialismo quiere una salida negociada, elecciones adelantadas y ni siquiera toma medidas mínimas como la confiscación de bienes y cuentas de la familia Ortega-Murillo.
La COSEP por su parte nunca ha pedido la salida inmediata, mucho menos han impulsado un paro nacional indefinido. Se presentan como los principales voceros de la Alianza Cívica cuando solo meses atrás eran grandes aliados del gobierno; todos esos entes que aparecen como “amigos” son en realidad enemigos de la principal consigna del pueblo: “Fuera Ortega”.
El dialogo y la lucha “pacífica” solo fortaleció al gobierno
Desde la LIT señalamos desde el principio nuestra oposición al llamado Diálogo Nacional y a los pocos acuerdos que allí se tomaron como fue el llamado de la Alianza Cívica a “flexibilizar los tranques”. Voceros autonombrados sin ningún mecanismo democrático, una agenda que nadie en el pueblo discutió ni aprobó y un llamado abstracto a la paz le dieron aire al gobierno y debilitaron la lucha, sembrando confusión y exponiendo a miles de luchadores a una feroz ofensiva represiva del gobierno.
El gobierno impulsó una violenta ofensiva para desarmar los tranques que la misma Alianza pidió flexibilizar, se aferró a punta de bala al poder mientras del otro lado de las barricadas enfrentaba a un pueblo heroico pero desarmado.
Hoy la lucha necesita fortalecerse, retomar los tranques y demostrar que el gobierno perdió por completo el control de las calles y las barriadas populares. Pero para eso debemos aprender de los errores para no volver a repetirlos.
No hay tal cosa como una lucha pacífica contra una tiranía militar. No hablamos de acciones terroristas o movimientos guerrilleros aislados y que por su cuenta luchen contra el dictador, sino de la necesidad de la autodefensa del pueblo para que la gente tenga como defender milímetro a milímetro cada barrio, en cada fábrica, cada universidad.
Tampoco hay tal cosa como una salida negociada o electoral de la tiranía, insistir con eso es ayudar al gobierno a sepultar la lucha. Ortega se tiene que ir por la fuerza del pueblo mediante tranques y huelgas en los principales sectores de la producción, que desde abajo y sin imposición de la Alianza discuta de forma democrática para donde empujar la lucha y como defenderse del tirano.
También es indispensable la total independencia de la COSEP, de la OEA y del propio imperialismo para continuar la lucha; así como superar la ilusión de que la mediación de la iglesia o la intercesión de organismos como la CIDH van a salvar las vidas o acabar con la dictadura, ya que como dice aquella consigna: solo el pueblo salva al pueblo.