Nacionales Opinión

Costa Rica y su Ley Nacional de Salud Mental: un buen ejemplo de un mal ejemplo

Por Andrés Dinartes Bogantes

Andrés Dinartes Bogantes es coordinador del programa radial Podemos Volar y docente en de la Escuela de Psicología, UCR. Socialismo Hoy Digital le ha brindado el espacio a Andrés para reproducir el siguiente articulo de opinión.

El 10 de Marzo del año 2021 la diputada Paola Vega presentaba públicamente el expediente 22430 titulado “Ley Nacional de Salud Mental”, la introducción al texto cerraba de la siguiente manera: “Para Giselle, en honor a su llanto amordazado.”, haciendo referencia a la madre de la legisladora quien sufrió violencia psiquiátrica cuando recibía atención en salud mental.

Desde ese momento, varias organizaciones y el espacio radial que coordino, intentamos acercanos a su despacho para presentarle nuestras inquietudes, pero la diputada no aceptó recibirnos. Obtuvimos la misma respuesta cuando nos comunicamos con el diputado de izquierda José María Villalta. ¿Será que cuándo se está en el primer poder de la República, parafraseando a Orwell, todos los llantos son iguales, pero hay unos llantos más iguales que otros?.

Las mordazas del Poder Manicomial

Las audiencias del expediente 22430 por la Comisión de Derechos Humanos no estuvieron exentas de llantos, ya que el interés y la premura de la proponente del proyecto llevaron a que se le diera prioridad a los que el modelo de manicomial y biomédico siempre ha beneficiado: médicos y profesionales afines, como la Psicología. Aliados no solo por su campo de acción, sino además porque su poder institucional les ha permitido controlar la atención del sufrimiento psíquico en Costa Rica, evadiendo con mucha eficiencia a lo largo de la historia patria, todas las denuncias de malos tratos y violaciones graves a los Derechos Humanos. Los llantos de psiquiatras y psicólogos en ese primer momento resonaron en las personas diputadas, pero no lo suficiente para que en el texto quedaran ideas valiosas (aunque mal redactadas) como el Órgano de Revisión y la participación de Organizaciones No Gubernamentales en la fiscalización en los espacios de atención en Salud Mental.

La crisis de malestar psíquico ha impulsado que la Salud Mental se haya vuelto un tema popular, aunque en la máquina capitalista esto lo convierte nada más en una estrategia publicitaria, y lo sabían muy bien en la Asamblea, por ello apresuraron más el paso y una semana antes del cambio de legislatura, exactamente el 26 de Abril del 2022, lo votaron en primer debate. No tardaron los post en redes sociales celebrando “el avance”. Reacción: Me enoja.

Entonces no solo vinieron los llantos sino además el rechinar de dientes, la alianza entre psiquiatras y psicólogos, casi salida de “El poder psiquiátrico” de Michel Foucault, intensificó sus críticas y el lobby en la Asamblea. Sentó bien el cambio de legislatura porque encontró en la privilegiada diputada Andrea Álvarez Marín (con su proporcional número de asesores) otra profesional psi dispuesta a acomodarse a sus intereses y dejar la ley en un clásico “plato de babas”. El presidente del Colegio de Profesionales en Psicología, Ángelo Arguello, puso a disposición las instalaciones para realizar mesas de trabajo a puerta cerrada, donde pudieran pactar un texto sin recibir las molestas observaciones de diversos profesionales críticos y organizaciones, aunque significara dejar por el suelo el mismo Código de Ética de la profesión y las recomendaciones que anteriormente había emitido la Junta Directiva. El poder manicomial costarricense logra una vez más dejar todo casi igual, y la diligente diputada alcanza el 10 de Octubre del 2022 presentar una moción para retrotraer el proyecto, y así colocar en la corriente legislativa un nuevo texto con todos estos cambios.

Las diversas advertencias de organizaciones sociales provocaron la reacción de las personas diputadas y lo solucionaron de forma más diplomática posible, votaron afirmativamente una moción para consultarles su parecer vía correo electrónico. Se presentaron observaciones, aunque aclarando que esa no es una consulta estrecha como lo solicitan los tratados internacionales suscritos por el país. En un esfuerzo de no perder el mínimo espacio de incidencia se enviaron… pero ilusos fuimos. Si bien se aprobó una moción para eliminar el internamiento por “razones sociales” (gracias gremios psi por ni siquiera disimular) y otra que expresaba la necesidad de “fomentar el modelo de atención comunitaria”, para la situación actual en el 2023 no estamos para fomentar, estamos para transformar. Entonces en un balance entre las observaciones realizadas y los cambios generados, las personas diputadas dejaron la mayoría sin atender.

Aunque parecería que el texto no podría ponerse peor, Costa Rica ¡Wooww!, faltaban las mociones medievales de las diputaciones Pro Parto, estas lograron incluir (gracias a la basta capacidad crítica y estratégica legislativa de sus otras personas compañeroa) que ahora que la salud mental se resguardará “en todas las etapas de la vida y hasta su muerte natural”. ¡Éramos muchos y parió la abuela!. Ahora entonces la ley solo no era un adefesio de bonitas consignas que no ayudarán a resolver la crisis actual, sino que además contendrá posibilidades para que los sectores fascistas religiosos puedan seguir llevando al país directo a la Edad Media.

A pesar que los llantos de las organizaciones sociales y de profesionales en psicología críticos, las personas diputadas colocaron sus mordazas, se sedaron para pasar el trance amargo, y colocaron el texto listo para su primer debate, esto ocurrió el 9 de Octubre del 2023, fue aprobado por todas las personas diputadas presentes, ni un solo voto en contra. Esencial Costa Rica.

¿Qué se escuchaba de esos llantos que se procuró silenciar?

La historia manicomial costarricense es basta desde la fundación del Asilo de Locos o Idiotas en 1890, la idea de encerrar a las personas que se salían de los igualiticos se instaló, y aunque no se pueden negar “avances”, el núcleo duro asilar ha sido tan fuerte que hasta el 2018 se le logró poner candado a este sector en el Hospital Psiquiátrico (otra actualización añeja de esa institución es llamarlo hoy “de Salud Mental”). En este recorrido histórico las denuncias no son pocas, la mujeres encerradas por no cumplir con los mandatos patriarcales a finales del siglo XIX, pasando por las personas no heteronormadas siglo XX, y recientemente toda una serie de denuncias de violencia psiquiátrica y agresiones físicas. Esta violencia psiquiátrica manicomial no surge de la nada, un modelo  de atención obsoleto provoca estas violaciones a la dignidad y al Derecho a la Salud Mental, pero Costa Rica a lo largo de su historia, con cierta mediocridad cultural ha elegido ir a “nadaditos de perrito” resolviendo (¿o tapando?) estos desbordamientos manicomiales.

Específicamente para este proyecto las organizaciones expresaron, entre muchas cosas, que no se llevaron procesos adecuados de consulta estrecha a la población con discapacidad y que recibe atención en salud mental; negando su participación e incidencia; la necesidad de colocar mecanismos claros, efectivos y actualizados para la defensa de los Derechos Humanos de las personas que reciben atención; la reproducción de la concepción médico-rehabilitadora; la falta de contenido presupuestario para las acciones; y ser contradictorio en sus principios (por ejemplo se habla de fomentar el modelo comunitario, pero en ningún momento propone acabar con el modelo centrado en Hospitales Psiquiátricos, generando centros regionales especializados en salud mental). Todos y cada uno de estos llantos fueron amordazados, ustedes cállense, acepten este acto manicomial con la verticalidad que le caracteriza, psiquiatras, psicólogos y diputados ya hablaron, ustedes no son importantes. Vengan a la fiesta de aprobación, esta es la dirección correcta, la dirección de siempre, la de encerrarles sus voces, sus cuerpos y sus llantos.

Las organizaciones solicitan archivar el proyecto, que se haga una consulta amplia, abierta y participativa, que permita la elaboración de un proyecto que recoja todas las inquietudes, que desemboque en un texto colectivo planteado desde un modelo de atención centrado en la comunidad, con perspectiva de Derecho Humanos y desmanicomializante, adaptado no solo a las necesidades regionales sino que respete las singularidades humanas y no sea homogenizante, protegiendo de forma prioritaria a las personas que presenten diversas vulnerabilidades sociales.

Por todas las personas que han sido violentadas a lo largo de la historia costarricense por el modelo manicomial de atención en salud mental, en honor a su llanto amordazado. Su furia resiste y no aceptaremos el silencio obligatorio frente una ley mediocre. Son sujetos, no objetos.