En los últimos meses hemos presenciado desde nuestro país como Daniel Ortega está masacrando al pueblo nicaragüense que lucha por tumbarlo y no se rinde.
La lucha, que comenzó como un movimiento contra ataques a las pensiones de los jubilados, se transformó en una lucha nacional debido a la brutal represión de la policía y las Turbas Orteguistas.
El ayer dirigente de la revolución Sandinista, se convirtió hace años en un dictador que se preserva en el poder eliminando las libertades mediante el uso de las fuerzas armadas y se enriquece así mismo y a sus empresarios amigos.
Hoy, muchos costarricenses ven con simpatía la lucha del pueblo nica contra el dictador que, al igual que muchos gobiernos identificados como de “derecha”, implementa una agenda de recortes a los gastos sociales como las pensiones, la educación y la salud para pagar la elevada deuda pública.
Sin embargo, tras el anuncio en los medios sobre las largas filas de nicaragüenses solicitando refugio en el país, también ha comenzado a reforzarse el sentimiento de discriminación al migrante nicaragüense.
Creemos que abrir las puertas del país a los refugiados nicaragüenses y rodear su lucha contra el dictador de solidaridad es de gran beneficio para la lucha de la clase trabajadora en Costa Rica, seguidamente queremos explicar por qué.
Un enemigo común: Aunque Ortega y Alvarado encabecen regímenes distintos, ambos sirven a un mismo amo, los empresarios imperialistas y centroamericanos con intereses en ambos países. Así como hay un Carlos Pellas con intereses de Ticofrutd en nuestro país, también hay un Pozuelo o un Durman con maquilas como la Jacks y la Yanber en Nicaragua. Ambos gobernantes defienden la super explotación de los trabajadores sin importar la frontera, ante esto es fundamental que los trabajadores ticos y nicas nos unamos para defender nuestros derechos frente a los patrones.
Una historia de lucha unificada: Ticos y nicas tenemos una trayectoria de lucha conjunta contra los ataques del imperialismo y los empresarios en nuestros países. Ambos pueblos se armaron y lucharon juntos para derrotar invasión de los Filibusteros de Walker en 1856. Esa misma unidad fue central en la Huelga Bananera de 1934 en Limón en donde obreros costarricenses y nicaragüenses prepararon el terreno para importantes conquistas laborales vigentes hasta hoy.
Hoy la lucha conjunta de ambos pueblos resulta fundamental para responder a los grandes ataques del imperialismo y los empresarios que no distinguen nacionalidad, sino que se lanzan por igual contra todo el pueblo.
La lucha contra los impuestos, los recortes en servicios públicos, la violación de los derechos laborales, por mejores salarios y por igualdad de derechos para todas las personas tiene como enemigos a los gobiernos capitalistas y requiere de la unidad de los trabajadores los dos países para hacerle frente. Dicha unidad puede avanzar si los costarricenses dejamos aún lado nuestros prejuicios y nos solidarizamos sin condiciones con la revolución nicaragüense.
La solidaridad con la Revolución del 79 en boca de militantes costarricenses
Extracto de entrevista a Consuelo Badilla y Alfredo Mesén ex militantes del PRT y Vanguardia Popular durante los setentas sobre la solidaridad de los costarricenses durante la revolución.
Consuelo:
“Sentíamos como hermanos a los nicaragüenses. (…)
La solidaridad era increíble.
Se recogían alimentos, medicinas, se prestaban casas para que llegaran combatientes. En mi Casa en Pérez Zeledón era albergue de muchos guerrilleros que tenían que andar refugiándose. Se hacían muchos conciertos, ferias para recoger dineros, los campesinos donaban alimentos (…)
También se organizó la Brigada Internacionalista Simón Bolívar desde la LIT. Conformada por Colombianos y de aquí se unieron compañeros Costarricenses para luchar al lado de los hermanos nicaragüenses. A nivel sindical ANEP hizo muchas actividades culturales y económicas, al igual los estudiantes.”
Alfredo:
Estaba activo en la música y mi participación era cantando y tocando en cuanto acto de solidaridad había con la revolución. En Vanguardia (donde militaba) se recogían fondos, se mandaban armas, compañeros que se iban para allá a luchar.
A diferencia de ahora no había ese sentimiento xenofóbico. Había mucho más respeto y hubo una inmensa solidaridad.
La solidaridad no fue necesariamente de gente de izquierda ni nada por el estilo. La gente como pueblo muy solidaria con el pueblo nicaragüense.