El debate sobre la implementación de este tipo de jornadas laborales debe generar no solo controversia sino preocupación en toda la clase trabajadora. Aunque el gobierno y sectores empresariales la presentan como una modernización de las condiciones laborales la verdad es que esta reforma representa un grave retroceso en los derechos de los y las trabajadoras.

Bajo este esquema, los trabajadores pasarán a laborar 4 días a la semana con jornadas extenuantes de 12 horas. La promesa de un tercer día libre parece atractiva, pero en la práctica este modelo expone a los trabajadores a altos niveles de agotamiento físico y mental, reduciendo la calidad de vida y bienestar.

Algunos de los puntos más preocupantes son: el impacto en la salud al laborar tanto tiempo de forma continua, afectación a sectores más vulnerables como madres y padres que enfrentan el desafío del cuido de sus hijos con jornadas más largas ya que, no se podría brindar una atención adecuada a los hijos, se favorece la explotación laboral, el trabajador podría verse obligado a aceptar condiciones desfavorables.

Este tipo de jornadas busca maximizar la productividad a costa de la salud y el bienestar de los trabajadores. En lugar de avanzar hacia modelos más humanos y equitativos Costa Rica se arriesga a consolidar un sistema que beneficia al empresario por sobre los derechos laborales.

El país debe apostar por alternativas que mejoren la calidad de vida de los trabajadores como reducción de jornadas sin afectación salarial, condiciones de trabajo justas, aumentos salariales que sean acorde al costo de vida. De lo contrario, se seguirá disfrazando la precarización laboral de flexibilidad.

Esto no es un problema individual sino una lucha de clase. ¡No dejemos que nos impongan jornadas extenuantes!