Si me rindo, ese día abandono esta tierra,

es decir, decido vivir, porque he elegido luchar.

Me niego a aceptar lo que hay:

la comodidad de la indiferencia

y la frialdad del norte.

Me niego a creer que no podemos cambiar el mundo,

y aferrarnos a la ternura como elección ante la frivolidad.

En tanto vos y yo nos veamos de trinchera a trinchera, hay esperanza.

A medias, nada.

Los crueles no son un poco crueles, son despiadados,

cínicos que se ofrecen el Nobel de la Paz entre sí,

que matan sin piedad y le llaman guerra justa.

La guerra no es justa, y ellos tampoco.

Y no son el pueblo de Dios, son invasores.

Me niego a creer que no podemos hacer nada,

si del otro lado del mundo están buscando

la última gota de humanidad, haciendo lo imposible

para que sea posible pensar en un mundo.

No puedo ver el fracaso de la humanidad.

Prefiero quedarme ciega,

yo misma me arranco los ojos porque a medias, nada:

ni el amor, ni la revolución.

Y con los fríos, nada, porque el mundo arde.


Sofía.