Centroamérica Internacionales

Imperialismo, Reacción Democrática y Centroamérica

Cuando la movilización de la clase trabajadora y los sectores populares apuntan a sobrepasar los límites establecidos por el Estado capitalista, surgen fuerzas políticas que intentan canalizar esa energía revolucionaria a través de la “democracia” burguesa, con el objetivo de mantener a los sectores movilizados dentro de los límites del capitalismo e impedir que la movilización desemboque en un proceso revolucionario donde la clase trabajadora le quite el poder político al gran empresariado y al imperialismo. A este fenómeno se le conoce como reacción democrática. En este artículo se repasa el uso de esta estrategia contrarrevolucionaria en Centroamérica. 

Reacción democrática e imperialismo gringo

Luego del fracaso de la invasión militar gringa en Vietnam en los años 70s (en la que se intentó detener el proceso revolucionario vietnamita), el imperialismo gringo tuvo que buscar una táctica para detener las revoluciones que no implicara la intervención militar directa, que le dejaba pérdidas no solamente humanas y materiales sino también una gran disminución de su prestigio internacional como potencia “democrática”. Es así como surge la estrategia de la reacción democrática como táctica privilegiada del imperialismo gringo, que consiste desviar los procesos revolucionarios con negociaciones entre dirigencias populares traidoras de la revolución, las élites locales y el imperialismo para abrir procesos democráticos electorales e intentar que las demandas populares se canalicen con votos en las urnas vez de organización y movilización social. 

Centroamérica como laboratorio de la reacción democrática

A partir de finales de los 70s con la revolución nicaragüense y el proceso revolucionario abierto en países como El Salvador y Guatemala, Centroamérica se volvió una de las primeras regiones del mundo donde se aplicó esta táctica. En Nicaragua, la burguesía antisandinista y el imperialismo gringo, al ver que la estrategia de la “contra” militar no tenía los resultados esperados, optaron negociar con la dirigencia sandinista llamar a un proceso electoral en el que pudieran participar también partidos políticos de la burguesía a finales de los 80s (que al final ganaron esas elecciones). En El Salvador, luego de poco más de 10 años de guerra civil entre el Estado y las guerrillas de izquierda, mediante la intervención de gobiernos regionales como el de Costa Rica y la participación traidora del castrismo cubano, se detiene el proceso revolucionario a inicios de los 90s y el FMLN deja de ser una organización político-militar con objetivos revolucionarios y se integra a la democracia burguesa salvadoreña como un partido político del régimen. Ese mismo destino corrió la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), que, después de más de 30 años de intensa lucha político-militar (bajo la forma de guerrillas), se transformó un partido político del régimen renunciado a sus objetivos y estrategias revolucionarias. 

Recientemente, a finales de 1er década de los 2000 e inicios del siguiente decenio, en Honduras también se aplicó esta táctica para ahogar el intenso proceso de movilización popular que se abrió desde el golpe de Estado en 2008, lo cual dio como resultado la fundación del partido Frente Amplio, que ha aprovechado la rabia de los sectores populares para consolidarse como un partido burgués y que ha implicado el apaciguamiento de la energía revolucionaria del pueblo hondureño en los últimos años. 

Estrategia socialista vs reacción democrática

Una estrategia socialista no desprecia las demandas democráticas de los sectores populares y la clase trabajadora, al contrario, son un elemento esencial de cualquier programa socialista coherente adaptado a la realidad histórica de cada país. Sin embargo, en una estrategia socialista, se plantea que la lucha social no puede estancarse en el momento democrático, sino que, bajos los principios de independencia política de clase, centralismo democrático y unificación de los sectores populares, debe avanzar hacia la toma del poder por parte de la clase trabajadora, destruyendo el Estado capitalista y construyendo un Estado obrero desde sus cenizas, un Estado que, al decir de Lenin, sería más democrático que la democracia burguesa más perfecta de todas.