A inicio de Abril, durante cuatro días los obreros de la piñera de Santa Fe, realizaron una exitosa huelga de cuatro días, sus reivindicaciones fueron muy elementales, pero muy sentidas por todos los trabajadores y trabajadoras en nuestro país: respeto a la cesantía, pago de horas extras, contrato en planta y no tercerizado.
Esta huelga es la más importante de una serie de enfrentamiento moleculares que empiezan a dar los trabajadores de la empresa privada en nuestro país, enfrentamientos en el marco de un brutal ataque a las condiciones laborales en las empresas privadas: desinversión, aumento de la jornada, aumento en la intensidad del trabajo, etc.
En este trabajo queremos trazar una linea de continudad entre lo que ocurre hoy en día entre los obreros agricolas y las lecciones que hace 80 años aprendieron los obreros bananeros cuando realizaron la huelga bananera de 1934.
La huelga bananera de 1934 es el acontecimiento más importante de la lucha obrera en nuestro país, esta heroica huelga se desarrolló entre el 9 de agosto y el 16 de septiembre 1934 (hace 82 años). Hoy a la luz del nuevo grupo de luchas de los obreros de las plantaciones agrícolas, queremos reflexionar sobre estos hechos y sus lecciones para hoy.
La explotación en las bananeras.
Los trabajadores bananeros vivían bajo condiciones inhumanas, bajo una explotación feroz. (Ver Recuadro Nº1). Luego de varios años de luchas parciales y pequeños paros decidieron hacer una acción unitaria una huelga general en todas las plantaciones.
¿Qué pedían los huelguistas en 1934? Salario mínimo, pago en efectivo y no con fichas o cupones, pago de horas extra, pago quincenal, abolición del contrato a destajo, herramientas costeadas por los patrones, aplicación de la ley de accidentes del trabajo, que los productos en el comisariato no fueran más caros que en la plaza, que las viviendas de los trabajadores debían ser costeadas por los patronos, la obligación de los patronos de instalar dispensarios en las fincas y dar facilidades para el traslado de los enfermos, finalmente libertad sindical y reconocimiento por parte de los patronos y del Estado del Sindicato de Trabajadores del Atlántico y demás organizaciones obreras del país.
Los sucesos de la huelga.
Costa Rica, para el año 1934 tenía poco menos de 500 000 habitantes, unos 150 000 trabajadores activos, la provincia de Limón, epicentro de la huelga poco menos de 35 000 habitantes. En la huelga bananera de 1934 participaron cerca de 10 000 obreros y sus familias. Fue el hecho más importante de la lucha de clases en América Latina ese año.
La huelga tuvo dos etapas bien definidas. La primera (entre el 9 de agosto y el 28 de agosto) se caracterizó por un ascenso de la lucha, un acatamiento masivo del paro y una lucha tenaz contra las maniobras de la compañía. Desde un principio el gobierno del presidente Ricardo Jiménez respondió reprimiendo, militarizando la provincia. Al cabo de unas semanas de heroica lucha, se lograría un acuerdo mediante el cual la United se comprometía a mejorar los salarios y pagarlos en efectivo, proporcionar viviendas decentes y servicios higiénicos y el gobierno se comprometía a suspender los juicios contra los dirigentes encarcelados.
Firmado el acuerdo preliminar, Carlos Luis Fallas solicitó un tren para el Comité Central de Huelga, así recorrió las plantaciones y haciendo Asambleas obreras en las distintas fincas, se aprobó finalmente el acuerdo. Se pensó que se trataba del primer triunfo, así sea parcial, contra la poderosa United Fruit Company; no obstante, el Gobierno no garantizó el cumplimiento de lo pactado.
En la segunda etapa de la lucha (del 31 de agosto al 16 de septiembre), como los trabajadores habían retornado a sus labores, la United aprovechó para violar las condiciones del arreglo.
A pesar de la incertidumbre inicial y la campaña orquestada por la compañía, se reactiva el Comité de Huelga y la lucha estalla de nuevo, ahora con el desarrollo de comités de solidaridad en el resto de las provincias. El Gobierno arrecia la represión e intenta derrotar por hambre y aislamiento la segunda fase de la huelga.
Los comités de huelga continúan heroicamente la lucha, obstruyendo y saboteando las vías del tren para evitar la carga de banano y destruyendo las cosechas, pero el despliegue policial y el aislamiento empezó a surtir un efecto negativo.
Luego caerían presos los principales dirigentes de la huelga, el movimiento quedó descabezado y se fue debilitando hasta que los obreros desgastados suspendieron la huelga.
El partido y el sindicato.
Aunque los obreros agrícolas llevaban desde los años 20 organizando muy variadas formas de lucha (protestas, motines, actos de bandolerismo, paros momentáneos, huelgas parciales, etc.) Pero estas luchas casi siempre espontáneas y sin preparación terminaban en derrotas, no ayudaban a cambiar las condiciones de vida de los trabajadores.
Algo diferente que tuvo la huelga de 1934, y es una lección muy importante para nuestros días esta tuvo al frente al Partido Comunista de Costa Rica, en ese momento muy joven y aún no integrado al aparato estalinista mundial.
Fue el primer partido obrero que tuvo el proletariado costarricense, un partido que veía en la organización política y sindical de la clase obrera su prioridad, la organización de huelgas y sindicatos era prioritaria para el Partido Comunista pues su objetivo era lograr un gobierno de los obreros y los campesinos.
Más tarde el PC cambió, desarrollo una estrategia de colaboración de clases llamada “el comunismo a la tica” y sus herederos no solo no reivindican su pasado radical, sino que lo ocultan.
Pero el hecho, es que ayer como ahora, se puede ver que la principal herramienta para que las huelgas obreras, se desarrollen, triunfen y se generalicen es que la clase trabajadora se organice en su propio partido. Hoy nosotros ofrecemos al Partido de los Trabajadores como el embrión, como la palanca para construir ese partido obrero y revolucionario que ocupan los trabajadores.
La lucha obrera no tiene fronteras.
Otra lección muy importante de la huelga de 1934, fue que para vencer la clase trabajadora tuvo que mantenerse unida, por encima de las divisiones nacionales y raciales.
Los socialistas creemos que la clase trabajadora no tienen fronteras, es una sola y la misma, y por eso debe actuar conjuntamente. En 1934 la población de trabajadores de la bananera era muy heterogénea, estaba compuesta de jamaiquinos, nicaragüenses y otros centroamericanos, y costarricenses, muchos de origen guanacasteco, todos actuaron juntos y lucharon juntos.
Los trabajadores nicaragüenses, fueron particularmente importantes en la huelga de 1934, muchos de ellos habían combatido en el ejército de Sandino, antes de venir a las bananeras.
Hoy los trabajadores nicaragüenses son más importantes que nunca para organizar nuevamente al movimiento obrero, son una población valiente y aguerrida, la mayoría vivió el rigor de la guerra y del exilio, tienen muchos más conocimientos organizativos y políticos que el proletariado “tico” y sobretodo son 400 000 trabajadores hombres y mujeres que se concentran en los trabajos más súper explotados: obreros agrícolas, de la construcción, empleadas domésticas, etc.
La reciente huelga en Exportaciones Norteñas, fue hecha por un proletariado en un 99% nicaragüense, estamos seguros que esta tendencia se va a mantener en los próximos movimientos huelguísticos.
Conclusiones de la huelga
Al analizar la huelga bananera de 1934 podemos sacar varias conclusiones políticas, aún valiosas: 1) Esta huelga logró la unidad entre trabajadores costarricenses y nicaragüenses, blancos y negros. 2) Fue una “escuela de guerra” para la clase trabajadora por las múltiples tareas y métodos de lucha que tuvo que utilizar: actividad parlamentaria, solidaridad obrera, comités de seguridad y alimentación, democracia obrera en las asambleas. 3) Solo es posible el desarrollo de la actividad sindical, si está al frente un partido político obrero y revolucionario.
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“Carlos Luis Fallas habla sobre las condiciones de vida de los trabajadores bananeros”
“la vida en las bananeras de la United era un horrible infierno (….) en las inmensas bananeras del Atlántico, (…) no existía un solo Dispensario ni se conocían servicios médicos de ninguna clase (…) el trabajador tenía que comprar de su propia bolsa hasta las ínfimas pastillas de quinina que necesitaba. Vivíamos en pocilgas, no se conocían los servicios higiénicos. Los «comisariatos», a través de los cuales la United ejercía el absoluto monopolio del comercio en toda la región bananera, vendían todos los artículos de la calidad que se les antojaba y a los precios más escandalosos, a pesar de que, con la tolerancia de nuestros gobiernos, la Compañía no pagaba por la importación de esos artículos impuestos de ninguna clase. (….) Las labores de «corta» eran obligatorias para todos los trabajadores de las plantaciones bananeras; en los días de «corta» todos los que el patrón necesitara debían trabajar como cortadores, concheros, muleros y carreros. Y como los barcos de la United «no podían esperar en el puerto», esas labores debían realizarse en cualquier tiempo y en cualquiera condiciones. A veces tenían que efectuar la «corta» enfermos y bajo furiosos temporales; a veces tenían que terminar el acarreo del banano de noche, bajo la lluvia, alumbrándose con lámparas de canfín, bregando con mulas chúcaras, corriendo por líneas mal construidas, pasando sobre puentes improvisados y peligrosos; por eso los accidentes se repetían con tanta frecuencia. Y todas esas labores de la «corta» las pagaban los finqueros a tantos centavos por racimo recibido (ojo, compañeros: por racimo re-ci-bi-do). Esto quiere decir que los trabajadores de aquella pequeña plantación del Ramal de Línea Vieja, que se habían sudado y desvelado para poner en la plataforma mil quinientos racimos de banano, sólo percibieron en esa ocasión el pago sobre los doscientos veinticinco racimos recibidos por la United; la «corta» y el acarreo de los otros mil doscientos setenta y cinco racimos rechazados resultó para esos trabajadores esfuerzo inútil, trabajo y sudor botados. Y si a semejante mostruosidad agregamos el maltrato, la explotación de los «comisariatos», la falta de asistencia médica, las pocilgas en que los obligaban a vivir, etcétera, ya podemos imaginarnos cuánta desesperación humana y cuánta justa cólera se iban acumulando día tras día, por aquellos terribles tiempos, en las bananeras de la zona Atlántica.
La Gran Huelga bananera del Atlántico de 1934. 18 de setiembre de 1955. Carlos Luis Fallas.