Este 8 de marzo, es un día internacional de lucha ya que se conmemora el Día de la Mujer Trabajadora. En Costa Rica, saldremos a las calles a protestar por la aberrante violencia contra las mujeres y los ataques del gobierno de Rodrigo Chaves a todos los servicios para atender a la seguridad de las mujeres, así como su derecho a educación, vivienda y salud. Este gobierno, encabezado con un acosador sancionado desde antes de ser candidato presidencial, machista en sus expresiones y actitudes, pero sobre todo en sus políticas, ha empezado el 2025 con nuevas medidas radicales para despojar a las mujeres, jóvenes y niñas de la posibilidad de una vida sin violencia, que vienen a sumarse a su previo ataque a los servicios que brinda el INAMU a mujeres víctimas de violencia machista.

Eliminando los programas de educación sexual y afectiva que abordaban el abuso sexual, las relaciones impropias y el derecho a decidir y a protegerse de embarazos no deseados, atacan el futuro de las niñas y jóvenes. El gobierno eliminó protocolos especiales para proteger a las personas LGBTI del matonismo en el sistema educativo público, vulnerando a la juventud diversa de la clase trabajadora. E incluso viene impulsando un proyecto de ley para penalizar en mayor medida la interrupción de los embarazos, con desidia y odio de clase contra las mujeres obreras que son las que ocupan un sistema de salud que proteja sus vidas y su salud de los riesgos físicos y sociales de un embarazo no deseado o no viable.

El gobierno desprecia a las mujeres trabajadoras. Porque todas estas medidas se impulsaron mientras día a día en enero iban saliendo a la luz noticias de salvajes femicidios, contra mujeres varias de sectores populares, jóvenes y en mucha vulnerabilidad social. Si bien los femicidios han aumentado un 90% desde que Rodrigo Chaves llegó al poder en el 2022, lo que viene pasando en enero y febrero es aberrante, con noticias casi cotidianas de asesinatos de mujeres con la mayor brutalidad y saña, muchos por parte de parejas y exparejas. Ante lo cual la Ministra de la Mujer negó la necesidad de declarar emergencia nacional, sin tampoco proponer absolutamente ninguna medida seria para atender la epidemia de violencia machista.

Es necesario que todas las organizaciones de la clase trabajadora comprendamos que la violencia machista pone en peligro de muerte a nuestras compañeras de trabajo, familiares, amigas y vecinas por lo que es nuestro deber organizarnos y sumarnos hoy a la exigencia desde las calles de medidas materiales y concretas contra la violencia machista. Así como de organizarnos políticamente con independencia de clase, para luchar por una transformación social donde las mujeres no estén más esclavizadas en relaciones de dependencia económica o explotadas por la clase patronal quienes no se preocupan por nuestro bienestar, salud ni siquiera nuestras vidas.

¡Ni Una Menos! ¡Vivas nos queremos!