El pueblo nicaragüense está librando una resistencia brutal contra la dictadura de Daniel Ortega. En más de dos meses de lucha, las fuerzas represivas del Estado y las bandas paramilitares asesinaron a más de 300 personas y se cuentan por miles los heridos. La violencia contra el pueblo empuja el crecimiento de la lucha, que prácticamente tiene paralizado el país.
Esta voluntad de llevar derrotar a Ortega en las calles es muy diferente a lo que quieren hacer otros sectores que también se oponen a la dictadura: estamos hablando de la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Organización de Naciones Unidas (ONU).
El 6 de junio, la Asamblea General de la OEA aprobó por consenso y sin objeciones una declaración “en apoyo al pueblo de Nicaragua”, en la que, condena y exige el “cese inmediato” de los actos de violencia, de la intimidación y amenazas contra el público en general; además, abogó por elecciones libres, justas y oportunas . La ONU, como no podía ser de otra manera, inmediatamente apoyó el papel de la OEA.
Esta declaración puede despertar esperanzas en las barricadas de Monimbó, en los tranques que tienen tomado el país, pero desde el PT y la Liga Internacional de los Trabajadores creemos que no se puede aceptar la propuesta de estos organismos internacionales porque lo que quieren es desmovilizar la lucha.
Su objetivo es el mismo de la oligarquía nicaragüense y la Iglesia Católica: mantener sus privilegios y ganancias a toda cosa, así como evitar que la movilización siga creciendo hasta el punto de cuestionar las demás instituciones del régimen capitalista.
A la OEA, la ONU, y los distintos organismos internacionales como el FMI poco le importa la democracia porque su función es ser un instrumento al servicio de los intereses del imperialismo yanqui en Centroamérica.
Reiteramos a la heroica resistencia nicaragüense que no hay que depositar ninguna confianza en estos organismos; hay que fortalecer la lucha hasta que caiga Ortega y sea juzgado por los muertos y desaparecidos.