Brasil vive una de las mayores crisis económicas de su historia. Esta crisis no afecta a todos por igual. Los ricos y grandes bancos continúan lucrando mucho dinero, el desempleo es la dura realidad para más de 66 millones de trabajadores. Los grandes inversionistas internacionales lucran con el petróleo que extrae Petróleo Brasileiro S.A. (Petrobras), además de un sinnúmero de riquezas que es entregado al capital extranjero. En suma, alrededor de 10 millones de brasileños hoy sufren hambre en todo el país. Toda esta situación afecta a uno de los países más ricos del continente americano, caracterizado además como una de las mayores economías del mundo.
Ante esta situación, los gobiernos de turno exponen la cara más cruel de la crisis capitalista que se vive. En épocas de crecimiento económico, destina migajas la clase trabajadora y al pueblo más pobre. Además que expone la cruda realidad de violencia que vive el país, donde alrededor de 60 000 personas mueren anualmente, especialmente juventud pobre y negra, víctima de persecución y encarcelamiento. Situación similar viven las mujeres trabajadoras y pobres, que mueren en clínicas por practicarse abortos clandestinos o son víctimas de violencia machista que termina en feminicidios.
El Partido de los Trabajadores del Brasil (PT), liderado por Ignacio Lula da Silva, ha sido cómplice directo. En sus años de gobierno favoreció a los grandes bancos y empresarios del agronegocio. Profundizó la dependencia económica del Brasil y la desigualdad. Después de los escándalos de corrupción vividos en los gobiernos de Lula y Dilma, su salida permitió el gobierno de Temer entrara con fuerza golpeando a los trabajadores, a través de una reforma laboral y de pensiones.
Estas medidas se discuten ahora en las elecciones, donde la extrema derecha encabezada por Jair Bolsonaro o Alckimi tratan de ganar espacio con un proyecto que daría continuidad a la política económica de los gobiernos anteriores, garantizando hambre y desempleo a millones de brasileños. Por otro lado, la supuesta izquierda encabezada por el PT se disputa su espacio en medio de la acusación escandalosa hacia su candidato presidencial (Lula da Silva), sin tener claridad si será impugnado por la justicia burguesa por los actos de corrupción. El reformismo representado por el PT y el Partido Socialismo y Libertad (PSOL), hoy es cómplice de presentar al pueblo un programa procapitalista que sigue beneficiando a los grandes empresarios.
Ante este panorama, el Partido Socialista de Trabajadores Unificado (PSTU), sección en Brasil de la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT-CI), presenta candidaturas con un programa socialista y revolucionario. Un programa que apunta a la ruptura con el capitalismo, los grandes bancos y las empresas, hace un llamado a que la clase obrera y la población pobre del campo y la ciudad se rebele ante la crisis, que hagan una revolución que destruya el capitalismo y que construyan con lucha un gobierno socialista de los trabajadores, libre de explotación y cualquier tipo de opresión contra mujeres, LGBT, negras y negros, indígenas y migrantes.
Las candidaturas del PSTU tienen un perfil de la clase trabajadora y están representadas por obreros, mujeres, pobres, negros, indígenas, LGBT. Es el partido que presenta más mujeres como candidatas a puestos. Hoy el PSTU se plantea como la opción más a la izquierda del panorama electoral, sin embargo, esas candidaturas disputan la conciencia de la clase trabajadora en el terreno de los grandes ricos, un terreno antidemocrático y fraudulento, donde el tiempo en la TV y el dinero de los grandes banqueros financian a los otros partidos. Es un terreno que aunque no es el de la clase obrera, demuestra mediante las encuestas, que el PSTU resulta ser una salida para la población más pobre.
El mensaje que el PSTU transmite es que las elecciones no van a cambiar la crisis, solo una revolución socialista lo hará, una revolución que libere al país de la dominación imperialista y ponga fin a la propiedad capitalista. Por eso le apuestan a disputar la conciencia de la clase trabajadora en puertas de fábricas, ocupaciones de tierra, en las favelas, escuelas, movimientos populares, en el campo con los campesinos, en las comunidades indígenas y con los migrantes que ingresan al país.