Centroamérica Nicaragüenses

«Hay mujeres que no tenemos miedo a las balas»

Tranque en Plazita de Monimbó.

El pasado 30 de mayo conversamos con una joven luchadora que se encuentra en uno de los frentes de batalla en el barrio de Monimbó en Masaya. Este sitio, que ha sido símbolo de resistencia, es el lugar donde en el año de 1978, un grupo de mujeres, acompañadas luego de jóvenes combatientes, se enfrentaron a la Guardia Nacional, dando inicio a la insurrección contra Somoza y donde 40 años después, se vuelven a enfrentar, esta vez en contra del régimen de Daniel Ortega.

Entre tonos suaves, y otros cargados de fuerza, esta joven combatiente, quien por razones de seguridad se ha reservado su nombre, dio inicio a la entrevista con la potencia que le caracteriza, presentándose ella misma ante Socialismo Hoy Digital.

Me presento como Guerrera Monimbó. Tengo 24 años y soy del departamento de Masaya, específicamente del barrio Monimbó. Antes de dar mis declaraciones, quiero aclarar que nosotros no somos unos vándalos, como el gobierno de Daniel Ortega nos ha tachado. No somos delincuentes. Nuestro delito es ser estudiantes y ser jóvenes. Digo ser estudiante porque yo también fui estudiante; hoy soy una profesional: soy ingeniera agrónoma. He salido de mi casa y he dejado mi trabajo para unirme de lleno a la lucha del pueblo de Nicaragua, especialmente de mi tierra Masaya.

SH: Nos gustaría primero que nos cuentes sobre ¿Cómo ha estado la resistencia estos días en donde resides? ¿Cómo se han organizado?

GM: En un inicio, estoy hablando del 18 y 19 de abril, no estábamos organizados prácticamente. Estábamos reunidos en un solo lugar, donde estaba la concentración de antimotines, lanzando lacrimógenas y balazos. Y era a lanzar, lanzar y lanzar sin importar quién era quién o por dónde andábamos. En ese momento todos éramos uno solo.

Ya con el ataque del 11 y 12 (de mayo) sí estábamos un poco más organizados. Como podemos recordar, Monimbó es prácticamente casi la mitad de Masaya; es muy extensa, por eso a veces se conoce como Monimbó de arriba y Monimbó de abajo.

¿Cuáles han sido nuestros métodos de protección? Han sido palos, han sido las trincheras, han sido las bombas artesanales, bombas molotov, la fabricación de bombas de contacto por los mismos muchachos, láminas de zinc como forma de protección en el momento de los encontronazos, las tiradoras u ondas como se les conocen con piedras, chibolas. Todos esos han sido nuestros métodos de protección, ese ha sido todo nuestro armamento. Nosotros no usamos armas, no tenemos ningún tipo de armas. Simplemente hemos hecho nuestra defensa con nuestras armas artesanales. Ellos sí han usado armas y prueba es que nosotros hemos puesto los muertos, nosotros hemos puesto todo el sufrimiento que hay aquí.

En nuestro pueblo de Masaya, en Monimbó, se dio el ataque a los municipios de Niquinohomo, Catarina, y a esta gente las tenían prácticamente acorraladas en sus casas. No dudamos un segundo, nos organizamos y salimos, y fueron horas y horas. Pegaron a varios de nuestros muchachos e incluso hubo hasta un muerto en Catarina. Fuimos llenos de municiones a apoyar a nuestra gente de Catarina y Niquinohomo, y no dejarles solos, porque ellos estaban queriendo matar.

Ellos han querido matar y solo recalco que el 19 de abril, los antimotines lograron tomarse parte de Monimbó. Comenzaron a dispararnos y a darnos una guerra campal tremenda. Nosotros estábamos replegados de la Iglesia San Sebastián, dos cuadras arriba, que viene siendo lo que es el comandito de Monimbó. Cuando nosotros nos decidimos a entrar con todo, tuvimos que usar las bombas molotov, las bombas de contacto, logramos sacarlos y replegarlos hasta el parque, porque ese 19 de abril comenzó la masacre, comenzó nuestro terror, nuestra angustia aquí en Monimbó.

SH: Hemos visto muchas mujeres en las barricadas y en las acciones para repeler a la policía y las bandas de la JS ¿Cuál es el papel que vienen desempeñando las mujeres en esta lucha? ¿Qué tareas vienen asumiendo para sostener la lucha? ¿Cuál ha sido ese papel de las mujeres en las barricadas y la defensa de sus pueblos?

GM: Muchas de nosotras estábamos al pendiente de la llegada de un herido, de socorrerlos al momento de las bombas lacrimógenas, de tenerles agua, estar preparados y pasar.

Muchas mujeres éramos el punto blanco de ataque porque buscábamos cómo movernos de un lado a otro buscando información. Cuando nuestros hermanos fueron atacados, muchas mujeres fuimos hasta allá y mientras ellos nos atacaban ahí, ellos lograban penetrarse por otras entradas de Masaya.

Habemos mujeres que no tenemos miedo a las balas. Yo honestamente soy una de las personas que digo “si a mí me ha de pasar una bala en mi cabeza, pues que sea porque también me voy a llevar a alguien entre mis manos”, porque como mujer me duele ver cómo hay mujeres que se prestan para el juego sucio del gobierno y otras que se quedan encerradas en sus casas. No las culpo porque esto es escalofriante. Realmente ver sangre por todos lados aterra a cualquiera. Pero también estoy aquí porque mis hermanos están en la lucha a diario y ellos también son estudiantes y no me puedo imaginar que un día llegue alguien y me diga “mataron a tus hermanos” o “le dispararon a tu hermano” o “tu hermano desapareció”. Esto es algo doloroso. Esto es lo que ha motivado a muchas mujeres, tanto jóvenes y adultas, a estar en las trincheras.

Monimbó, Masaya, han estado latentes y ni un segundo se han levantado las barricadas, en ningún momento. Han querido sabotearnos, han querido rompernos, pero ahí estamos. Han habido mujeres que fueron cruelmente agredidas, yo también recibí un impacto de balín, también me golpeé la rodilla, pero aquí estoy. Otras mujeres fueron agredidas, a otras les han reventado de cerca morteros y andan quemaduras, pero todo eso ha sido por una buena causa. Y muchas mujeres estamos dispuesta a seguir aquí. Por lo menos yo he dejado mi trabajo, he dejado mi casa, he dejado el miedo atrás para unirme a una causa que no solamente es mía sino de mi familia, e incluso aquí pues lo digo, mi familia ha sido amenazada de muerte porque mi hermano ha estado al frente y mucha gente lo sabe. Desgraciadamente aquí hay concejales que conocen casi la mayoría de nuestros pobladores y ellos mismos se han encargado de ir a amenazarte hasta tu casa y nosotros hemos sido una de esas familias amenazadas de muerte.

Como les explicaba, en el comando en que yo estoy hay alrededor de cuatro o cinco mujeres. Hablo de mujeres pasadas de los 35 años, y habemos mujeres jóvenes, entre 24 y 35 años, e incluso tenemos a un chiquito también que está de la edad de 14 años, 16 y 17 años. Nosotros por mucho que hemos querido decirles “no, no participen”, no podemos. Eso es algo que nace de ellos y no podemos quitarles ese derecho que ellos tienen.

En mi caso, no me da pena decirlo, he levantado mi mano con un mortero, he participado de todas las marchas, me he movido de un lado a otro e incluso he estado al frente también, me he ido a los enfrentamientos y a veces llega un momento en que mi hermano me dice “hermana, mira, hazte para atrás. Un impacto de bala no sé qué podrá hacer” y yo le digo “si vamos a estar aquí, aquí los dos vamos a estar y si vamos a estar toditos, toditos vamos a estar y si nos van a matar a toditos pues que nos maten a toditos.”

Pero como mujer te digo sí es desgarrador porque tampoco hay que negar que da un poco de miedo, sí da un poco de temor, pero en el momento en que tú ves pasar a alguien herido o lastimado o con un balazo es cuando más fuerza y coraje te da para decir “yo quiero estar aquí, yo no me voy a mover de aquí”. Entonces eso es lo que nos ha motivado a muchas mujeres a estar ahí… a estarles llevando comida, a estarles llevando agua, jugar un papel importante. Como te digo, si hay momentos de que tenemos que levantar la mano con un mortero y lanzarlo, lo lanzamos. Yo por lo menos lo he hecho y sin temor, sin miedo.

Muchas mujeres en las marchas pacíficas que hemos tenido, somos las que hemos gritado, alzado nuestra voz en apoyo a nuestros hombres, a nuestros jóvenes, a todos y hemos estado ahí. Es cierto que no tenemos esa fuerza pero sí tenemos la valentía y coraje. Yo te digo honestamente, yo me siento orgullosa de mí misma, porque a pesar del miedo que yo pueda tener como ser humano, pues yo estoy dando la vida.

Y no creás, a mí me duele algo que me parte el alma: escuchar a mi madre decirme de vez en cuando que yo logro verla y comunicarme con ella y pasar un momento, platicar y decirle cómo me siento, es doloroso que ella con lágrimas en los ojos, e incluso ayer a la hora del ataque, la madrugada del 31 de mayo, mi madre llorando me decía “por favor, por favor hijos, ya no”, decía, “ya no. Yo puedo soportar perder un hijo pero perder varios no”. ¡Eso duele, eso duele, eso duele, eso duele! Y esta gente no lo ve. Esta gente genocida no ve eso.

 

SH: Sobre la marcha del 30 de mayo, ¿qué importancia tiene una manifestación tan grande justo el día de las madres?

GM: Ayer (30 de mayo) era un día muy triste porque Masaya se sentía totalmente árida. Era como que estábamos pasando en un desierto; se sentía un ambiente como un 2 de noviembre, celebrando el día de los difuntos aquí en Masaya. Era triste ver cómo años atrás, para la celebración del día de las madres, por la madrugada escuchábamos serenatas a las mamás con filarmónicos, con sones de marimba, con bailes de marimba que es nuestro baile tradicional de esta tierra. Ayer solo escuchábamos lamentaciones, escuchábamos detonaciones, escuchábamos las noticias decir “muchas madres no tendrán nada qué celebrar” y es verdad, muchas madres no tenían nada que celebrar. Muchas madres tal vez esperaban pasar alguna actividad familiar con sus hijos; madres que por mucho tiempo estuvieron fuera del país y que regresaron a Nicaragua tal vez para celebrar este día. Eso ha sido desgastante.

¿Cuál era la importancia de celebrar el día de las madres ayer con una marcha en apoyo al dolor que ellas estaban viviendo? Pues que sintieran que todo el pueblo de Masaya, y principalmente el pueblo de Monimbó, estaba en solidaridad con ellas. Que nuestros jóvenes caídos no iban a ser olvidados y que íbamos a clamar justicia, justicia por la vida de todos, y que esta causa no iba a ser en vano. De que sus vidas no iban a quedar en la impunidad. Entonces esa era la importancia de dar apoyo, de sentirnos unidos, de saber de que la muerte de uno de ellos, independientemente de que fueran o no fueran de nuestras familias, la sentíamos todos y de que estábamos con nuestras madres y de que no las íbamos a dejar solas en ningún momento.

SH: Por último, ¿qué opinas del llamado al diálogo de la Comisión Mediadora con el gobierno y a «suavizar» los tranques mientras el gobierno sigue masacrando al pueblo?

GM: Con respecto al diálogo, pienso que desde el momento que él (Ortega) no ordenó el cese inmediato de la violencia y la represión para nuestra gente, y él se retira de la mesa de diálogo, eso se debió de haber terminado. En ese momento para mí ya no había tregua, ya no había pacto. Los estudiantes, la coalición estudiantil, la conferencia episcopal, la asociación cívica, en ese momento debió de retirarse de la mesa de diálogo y dar por terminado esto, porque las cuatro sesiones han sido una burla.

En la segunda sesión él no se presentó, no se presentaron los actores principales en este diálogo. Inmediatamente se debió haber suspendido y dar por terminado. Ellos llaman a la paz, a la reconciliación y entre más paz llaman, más muerte hay, más represión hay. ¿Entonces? El diálogo nacional ha sido una burla, eso es un asco, eso es burlarse de las madres de todo el pueblo de Nicaragua. Para mí esa ha sido la peor burla que este gobierno y que Daniel Ortega ha hecho con el pueblo de Nicaragua.

En ese diálogo ¿qué fue lo más repugnante que se pudo haber visto? Me repugnó e indignó mucho a Masaya porque Daniel Ortega llamó al pueblo de Monimbó asesinos. Nos dijo que nosotros, en nuestro pueblo habían secuestrado y matado a su hermano Camilo Ortega, cuando la historia de la muerte de Camilo Ortega no es así. Y él lo sabe, y él la conoce.

Sobre los tranques, ellos como presión dicen que paran la economía. Discúlpame… ¡la economía está después del ser humano! El ser humano está antes de la economía porque ustedes no pueden hablar de trabajo, de economía, si están haciendo las cosas mal. O sea, ¿cómo es esto de que no podés salir a las calles, no podés ir a tu trabajo, no podés ir al colegio por miedo de que alguien te encuentre, te vea y te de un disparo? Entonces la seguridad humana está antes de la economía. Para que vos podás trabajar, caminar libremente tenés que tener una seguridad total.

Los tranques son un medio de presión contra el gobierno. En los tranques siempre se han priorizado las emergencias y son tranques escalonados, que el mismo pueblo ha querido hacerlo firme y duro es muy distinto. Vos no podés venir y decirle al pueblo de Nicaragua no haga esto. ¿Cuándo vas a controlar una multitud? ¡Nunca! La gente reacciona conforme a lo que está viviendo y conforme a lo que está pasando. Entonces ellos no pueden venir a decir suavicemos esto, pongamos esto, pongamos lo otro, porque son ellos los que están ahí. Ellos están bien felices en sus casas, dormidos, mientras que el pueblo está muriendo, mientras que el pueblo se está sacrificando y ellos siguen haciendo de las suyas. Entonces no estoy de acuerdo en que los tranques se levanten, no estoy de acuerdo en que la gente tenga que ser un poquito más suave en su forma de ser mientras que ellos [el gobierno] están prácticamente acabando con todo un pueblo, con todo un país.

Como ya lo decía un estudiante el primer día en la mesa de diálogo, a Daniel Ortega le ha costado nada más un mes para destruir a Nicaragua. A Somoza le llevó mucho tiempo y él lo ha hecho en un mes y lo sigue haciendo. Y en cuanto miremos lo va a seguir destruyendo. A Masaya no le queda prácticamente mucho para estar en escombros, porque al paso que estamos, vamos a ver una Masaya prácticamente destruida.

Masaya y Monimbó siguen de pie, siguen en lucha. No se rinden ni se venden y no vamos a permitir que nos sigan matando, nos sigan reprimiendo. No lo vamos a permitir, vamos a llegar a las últimas consecuencias. Si ellos nos dicen que nos van a matar pues que nos maten, que nos maten. Yo sé que este gobierno no va a descansar hasta vernos destruidos, pero no lo va a lograr. Nosotros los minúsculos somos más que ellos, somos más que ellos. De todos los departamentos a nivel nacional, Masaya es el departamento que ha tenido más pérdidas: el comercio saqueado, todo está perdido aquí. Nuestra única fuente de sustento en este momento es el mercado municipal y todavía con peligro de ser saqueado, pero a pesar de todo y a pesar de que ellos quieran dejar a nuestra ciudad en escombros, nosotros vamos a surgir como el ave fénix, vamos a surgir de entre las cenizas para brillar.